El pequeño Lorenzo aprendió a meter goles porque no le quedó más remedio. Zdenek Zeman y su inamovible plan de juego, en el que los extremos quedan cara a cara con el portero una y otra vez a lo largo de un partido, moldeó el empeine interior de su pie derecho hasta convertirlo en un arma dañina. El preparador checo sabía perfectamente lo que el napolitano podía ofrecer, y decidió que en el retorno a su amado Foggia, Insigne iba a ser el extremo de un equipo que soñaba con salir de las miserias de la antigua Serie C a comienzos del curso 2010/2011. Lorenzo acabó la temporada con 19 goles, maravilló a la grada del Stadio Pino Zaccheria y Zeman volvió a repetir fórmula la temporada siguiente. El checo acabó ascendiendo en su siguiente proyecto al Pescara, e Insigne contribuyó con nada menos que 18 goles en la Serie B italiana. Una de las mayores promesas del vivaio del Napoli había hecho la mili, y regresaba a casa para empezar a escribir días de gloria.
Insigne fue creciendo de la mano de Zdenek Zeman.
Quizá el primero de todos ha coincidido con su debut en la Champions League, y es que la competición madre marca una carrera, a pesar de que Lorenzo ya maravillaseRafa dispuso un Nápoles serio y replegadito a la grada del San Paolo durante el curso pasado. Apenas tres años después de su experiencia en Foggia, Insigne tumbó al subcampeón de Europa con un gol de bandera, aunque quizá, lo más ilusionante es que ofreció mucho más. El Napoli se presentaba a la primera prueba de fuego del proyecto Benítez habiendo demostrado que el discurso en la Serie A iba a ser dominante, y por lo tanto, la principal duda era saber qué actitud iba a tomar el técnico madrileño ante el equipo que quizá, hoy por hoy, mejor corre en el mundo. Y Rafa, como suele ser habitual cuando asoma la cabeza por Europa, optó por la vía pragmática y decidió adaptarse a las circunstancias: un repliegue más bajo, ataques más directos, y brutal agresividad colectiva tras la pérdida.
El Napoli se asentó en un 4-4-1-1 en campo propio que ahogó el ataque posicional de los alemanes, y todo el primer tiempo fue un tira y afloja. El Dortmund tampoco estaba por la labor deSe demandó a Reus ser mucho más horizontal asumir demasiados riesgos, aunque quizá esto tenga mucho que ver con la falta de algunos activos fundamentales. El hecho de no poder contar con Ilkay Gündogan significa que pierdes los recursos técnicos de estrella mundial que tienes en el horno de las jugadas. Sin él, quedaba un Sahin que está ágil cuando suelta la zurda, pero no cuando gira la cadera, y la responsabilidad para Reus era total y absoluta cuando de agilizar el ataque se trataba. Pero Reus no apareció, no pudo recibir por dentro y un partido que exigía un juego horizontal de calidad por su parte se fue yendo poco a poco. Tan solo Lewandowski, gracias a su espectacular nivel, bien en juego directo, o bien dando un toque preciso a pesar de que el pase que recibe no le deje de cara, conseguía intimidar a la dupla de centrales napolitana, que formaron Albiol y Britos.
Es decir, el partido se desarrolló en un escenario muy similar fuese quien fuese el poseedor: dos equipos que marcaban su territorio detrás de la medular y exigían al rivalEl Dortmund no pudo correr en ningún momento progresar. Ahí surgieron dos nombres que el Napoli tuvo y el Dortmund no: Insigne jugó mejor que Reus y los alemanes no contaban con Behrami. Los primeros veinte minutos del pequeño napolitano fueron magníficos, ofreciendo claridad al compañero con sus movimientos interiores y dinamismo tras la recepción. Benítez sabía que perderla podía ser catastrófico, y quiso sumar un elemento más capaz de guardar la pelota como Insigne en detrimento de un hombre más trabajador como Pandev. Ahí empezó a decantarse la balanza del lado napolitano. La diferencia con balón ya estaba definida, pero además los italianos tuvieron otra tras la pérdida. Mientras que el Dortmund no conseguía recuperar rápido, la agresividad de Higuaín, Callejón, Hamsik y sobre todo Behrami cuando se trataba de robar permitieron al Napoli, además, correr.
El partido se jugó a lo que quería Rafa Benítez.
Si Insigne y Behrami fueron los nombres cuando se trataba de ofrecer recursos en zonas intermedias, el activo más profundo fue Gonzalo Higuaín. Los robos tenían en el argentino un punta que gracias a sus movimientos agresivos, de gran amplitud y ambición, agrupaban al conjunto napolitano en campo rival. Un trabajo altruista como para quitarse el sombrero, aunque no hay que olvidar que fue absolutamente decisivo en las dos acciones que marcan el desarrollo del partido: puso el 1-0 e hizo que Weidenfeller se marchase expulsado. Los de Benítez han ganado la primera batalla en un grupo en el que un simple gol -como el que de forma inocente se metió Zúñiga en el tramo final-, puede resultar decisivo y, por supuesto, esto sirve para enfatizar en la manida expresión de que tres puntos valen oro. Y en este Grupo F, más. El Napoli pisa fuerte en Europa, y además tiene un argumento que hace que las esperanzas echen raíz en el sur de Italia de cara a pasar de ronda: tienen un técnico que nada en Europa como pez en el agua.
Kityou 19 septiembre, 2013
Me alegro por Higuaín, creo que este año va a poder demostrar lo que es, un 9 world class. Quizás no sea el más técnico, ni rápido, ni inteligente, ni siquiera efectivo cara a puerta, pero es tan completo en todo que aunque nunca fue santo de mi devoción en el Madrid (soy muy de Benzema) me parecía que las críticas hacia su figura eran exageradas, sobretodo en Champions donde sus esfuerzos y rendimiento no se correspondían con su exigua cifra de goles.