El Betis de Pepe Mel, el de Primera, ha terminado enamorando por su velocidad. Han sido los contragolpes y las carreras por banda los que formaron su personalidad desde el retorno a la élite. En esa personalidad la gran estrella de las últimas campañas ha sido sin duda Rubén Castro y sus goles. Detrás aparecerían los pases de Beñat o las galopadas de sus infinitos extremos. Y luego tenemos la figura de Salva Sevilla. Es posible que el futbolista del pelo gris no haya ofrecido en la máxima categoría la fuerza que un día prometió. Salva no es de jugar mal, cierto, pero sí que ha dejado menos exhibiciones de las esperadas. Ayer pudimos gozar de una de ellas, y fue de las bonitas. Por momentos trituró a un Valencia al que no define el paso del tiempo y que deja cuestiones a responder.
Salva tuvo una de esas noches a la altura de su gran talento.
La previa del encuentro incitaba a hacerse la pregunta: ¿quién tendría la pelota? El Betis del contraataque necesitaba ganar en casa ante un Valencia con un centro del campoParejo tuvo un día muy flojo formado por Romeu, Parejo y Banega, en la que fue la gran sorpresa de la noche. Djukic planteó un 4-3-3 distinto a lo visto hasta la fecha, con Oriol de “5” y Ever y Dani como interiores. La intención era llevar el peso del choque, pero la cosa no funcionó. Los ches separaron muchísimo a sus jugones, que recibían siempre muy alejados el uno del otro, sin opciones para asociarse. Como en la primera mitad ante el Barcelona, Pabón volvía a ser la solución individual en el desborde, pero se echó en falta más apoyo entre líneas. El Betis leyó fantásticamente bien la situación y aumentó la agresividad en la marca a los medios ches. Por cierto, ¿en qué momento se convirtió Matilla en un fantástico stopper? El chico está que muerde en este arranque de temporada. Al calor de su intensidad, los de Mel robaban una y otra vez en la salida valencianista. Tanto que pedimos “tiempo muerto” y lanzamos una reflexión.
Tras regalar un gol hace dos semanas frente al Barça, el Valencia volvió a caer en el mismo error, con más crudeza si cabe. Es un defecto viejo, que viene sucediendo desde la etapa de Unai Emery y al que no ponen remedio. ¿Le merece la pena al Valencia tantísimo riesgo atrás? ¿Saca partido de ello? Y si es que no, ¿por qué insisten tanto los diferentes entrenadores que van pasando por Mestalla?
El Valencia sufrió más de lo lógico a la hora de sacar la pelota.
Sin sensaciones positivas con el balón, la colocación defensiva del Valencia nunca fue buena, lo que explotaría –y de qué forma– el crack de la noche: Salva Sevilla. El mediapuntaS.Sevilla, crack de la tarde aparecía por todos lados con enorme frecuencia, sin perfil fijo sobre el que caer. Flotó por todo el ancho del césped, para sufrimiento de un Romeu que va a necesitar partidos para agarrar ritmo de Primera División. Pero el partidazo de Salva no solo se explica en base al mediocentro visitante. Defensivamente ni Banega ni Parejo cumplieron con su trabajo. Los extremos del Betis (sobre todo Vadillo) podían encarar sin que nadie llegara a taparles por dentro. Mención especial a la siesta de Ever en el 2-0. Los andaluces se fueron con tres goles de diferencia al descanso. No era injusto.
Djukic intentó cosas tras la reanudación. Los exteriores ganaron algo de presencia en el centro y los laterales jugaban más en campo contrario. Muy poca cosa para un Valencia tan necesitado, la verdad. El técnico serbio regresó al 4-2-3-1, en los que fueron los mejores minutos de la noche para su equipo. Feghouli entró por Parejo, retrasando Ever su posición al círculo central. Ahí pudo librarse del pegajoso Matilla –completísima actuación, con y sin balón– y gambetear un ratito de cara y con espacios. El Valencia logró alcanzar las bandas para poner varios centros al área. A propósito, qué pocos centrales hay en nuestra Liga que resuelvan mejor esas acciones que los béticos Amaya y Paulao. Ambos estuvieron sólidos y seguros.
La zaga bética pasa por un momento de confianza y seguridad
A la contra, el Betis pudo acabar el partido con goleada. La evitó un Diego Alves que en el arte de parar es de lo mejorcito. Dio un poco igual porque la victoria bética fue incontestable. Mel cambió a Salva Sevilla para que el enganche recogiera el cariño de la grada. Había sido su noche, con el cada vez más asentado Matilla como escudero más destacado. El Betis sigue ahí, vivito y coleando. Al Valencia de Djukic le queda muchísimo para ser algo.
Abel Rojas 16 septiembre, 2013
Yo me pregunto: ¿puede salir desde atrás eficazmente un equipo que, sin ser presionado, abre a los centrales y mete al mediocentro entre ellos? Es decir, un equipo que abre a sus centrales -que siempre es un riesgo- sin necesidad y sin crear una ventaja numérica porque lo mismo es 2 x 0 que 3 x 0 y encima se prescinde de un efectivo donde el rival te lo está exigiendo?
El Valencia hace cosas que por supuesto hay que respetar porque las decisiones las toma una persona que sabe bastante más que los que estamos aquí, pero a mí particularmente me cuesta un poco entenderlas. Se habla de Osasuna y Sevilla como, cada uno en su nivel, el que peores sensaciones ha emitido hasta ahora, pero… el Valencia tiene traca. 3 puntos de 12 e inferior a su rival, a mi juicio, en los 4 encuentros.