El fútbol como juego y deporte es un invento perfecto; los problemas son una invención de la gente. Lo que no mata te hace más fuerte y en este globo nadie se muere, porque todo comienza otra vez en el mes de septiembre. Para un entrenador, entender esto es clave; y Diego Pablo Simeone está demostrando ser de los mejores. 14 años sin ganar implican un obstáculo, porque se olvida el cómo, pero también una oportunidad, porque borrar el dato da la plenitud. Hay que transmitírselo al grupo. Si bien no es fácil. Menos aún en el Club Atlético de Madrid, que es un entorno inestable, e incluso más difícil resulta con esta plantilla, que es una burbuja. Observemos la escuadra y recordemos quiénes eran; se salvan Radamel y un puñadito; el resto es muy chico. Hay más equipo que plantel. Por eso es sencillo identificar el éxito del Cholo pero es imposible medirlo y hacerle justicia. Mario y Gabi, los chicos de la permanencia, formaron un doble pivote muro que resistió el 1-0, que soportó ser peores, que aprovechó su momento y que no falló en la ventaja. Ese empaque es oro. Barres en las buenas; puedes ganar siempre. Como los grandes. Como el Atlético. El que ha reproducido Diego Pablo, por inspiración y ganas, para que los más jóvenes lo conozcan.
La pizarra nace en una realidad de la que Simeone no rehuye: tácticamente, enfrentarse al Real es todo un marrón para su Atleti. En primer lugar, semana a semana juega a desviar la salida del balón del rival hacia un costado y achicarle sobre la raya, y el Madrid tiene cultura y calidad para imponerse por dentro, lo cual le trastoca. En segundo lugar, la diferencia de velocidad (de desplazamiento, pensamiento y ejecución) es un abuso, por lo que defensivamente está obligado a hacerlo todo muy pequeño -o sea, encerrarse muy atrás- y, luego, a ver cómo llega a la otra portería. Plantear algo a ser mejor no es una alternativa; esto se trata de idear un plan de resistencia sostenible y jugar su carta ganadora: la constancia. El ser siempre lo mismo, el no abandonarse, el persistir. Precisamente persistir, contra este fallido Real Madrid CF 2012/13, es tener muchas opciones de victoria. El de José Mourinho ha sido un equipo de fútbol insuficiente, puntería discreta y que, por determinados motivos de diferentes índoles, se ha mostrado muy ansioso. Al primer problema, que por lo comentado era casi inevitable, renunciaba a su modelo y se iba del partido. No en cuerpo, porque correr corría. Pero sí en todo lo demás. Así el Atleti se vistió de minero, picó piedra y extrajo la pepita de oro.
Mourinho no ha conseguido sacar lo mejor de sus jugadores desde el 4-3-3 que utilizó anoche.
Modric debía jugar y fue el único blanco que se mostró inspiradoEn cualquier caso, el Atlético empezó incluso más atrás de lo recomendable. Prácticamente metido en su área, con el doble pivote en su frontal. Fue un peligro porque fue regalarle al Madrid sin necesidad a Özil y Benzema, que son bastante buenos. A un Madrid que jugó con el 4-3-3 de la derrota de Dortmund, por ejemplo. ¿Acierto o error? La respuesta es muy abierta. Por un lado, la verdad es que Mourinho no ha sido capaz de optimizar este dibujo. Xabi Alonso no ha terminado de estar cómodo, Khedira ha perdido influencia defensiva y el melancólico Özil, partiendo desde la derecha, se ha sentido menos importante. Con tanta gente a disgusto nadie da lo mejor de sí. Pero por el otro es la única combinación que le ha permitido juntar a Alonso -el medio de más jerarquía-, a Khedira -el más físico- y a Modric -el mejor-. El 4-2-3-1 con Luka de mediapunta no es viable porque condena al croata a jugar de espaldas, y ni quiere ni debe. Remitiéndonos a la noche de ayer hay que apuntar que, sin bordar el fútbol, a partir de la participación de Modric el Madrid fue muy superior al Atlético en el primer cuarto de hora de encuentro. Llevaba el balón controlado hasta la zona de peligro, hacía sus cositas y no permitía ninguna salida peligrosa a su oponente. Pero éso: solo era Luka.
Se vio al C. Ronaldo del año de Pellegrini, una versión suya muy menorLa frialdad de Benzema y Mesut Özil merece mención, así como la insuficiencia de Essien, el horrible momento de Xabi y demás temas, si bien lo más sorprendente fue lo de Cristiano Ronaldo. Es cierto que su producción ofensiva volvió a ser alta, pero él debe ser mucho más que eso. Es un futbolista que por talento y condiciones agita el ataque por sí mismo, que con sus larguísimos desmarques tiene el don de obligar a sus compañeros a moverse y crear dudas, que sabe solucionar problemas colectivos. Ayer se dedicó a esperar el balón, normalmente muy abierto, y salir corriendo con él, soltándola solo como última opción, si no le quedaba más remedio. A su extraña toma de decisiones sumó un lenguaje corporal que completó el retrato de lo que había sido la estrella portuguesa en Madrid hasta que llegase a entrenarle José Mourinho; algo alejadísimo del gigante de la historia del fútbol que la Liga BBVA ha disfrutado durante los últimas dos temporadas. Así resultó más o menos fácil de defender para un Mario Suárez atento, pegajoso y técnico a la hora de meter el pie. Desactivado Cristiano, para el Madrid pasó a ser crucial potenciar su efectividad de cara a portería, pero de donde no hay no se puede sacar. Menos aún en una final. Rematando le falta clase.
En cuanto el Atleti vio desconectado a Modric, apretó sobre Xabi y Khedira y tomó el mando.
En los 90 minutos hubo un paréntesis en lo expuesto, que fueron los 20 minutos que distaron del 1-0 al 1-1. Esos fueron rojiblancos. Mourinho, muy espeso y desafortunado en su dirección de campo, pasó rápido al doble pivote para fijar con Alonso y Khedira y, supuestamente, ganar consistencia, pero a efectos prácticos lo que hizo fue alejar a Modric del balón y alimentar la fe del Atlético en la presión alta que no le quedaba más remedio que efectuar al ir por debajo en el marcador. Diego Costa y Falcao apretaron a Sami y Xabi y los superaron, así que estos buscaron alivio en Essien y Coentrao, que es lo que buscaban los rojiblancos para sacar a pasear su mayor virtud colectiva: el achique lateral, su presión del lateral, el mediocentro y el mediapunta al rival que está en la banda, y robo seguro. Y al robar mucho más arriba que en los primeros minutos, el Atleti contactaba con Koke y Arda Turan y estos se unían a Diego Costa y Falcao. Sorprendió la insistencia de Costa en la banda derecha, cuando en la izquierda tenía clara superioridad sobre Essien y Albiol, pero habrá que entender que lo que quería Simeone era sacar del área a Ramos para que Falcao la dominase a gusto. No fue en ésta, sino en el centro del campo, donde Radamel demostró que las finales son lo suyo. Su maniobra de malabarista es para test sanguíneo y cotejo del ADN, porque no es parte de su repertorio. Es algo mucho más fino. Como sus regates a Amorebieta en Bucarest o sus controles contra el Chelsea campeón de Europa. Estuvo Falcao, al igual que el gran Courtois. Con todo, el mágico habló turco.
Arda Turan dominó a placer la prórroga, así como el final de los 90 minutos. Estuvo pletórico.
Arda Turan emergió allá por el minuto 70, justo cuando la calidad física del Real Madrid dejó de compensar lo separado de su juego. Fue la rendija por la que se coló para relevar a Modric como guardián del partido y darle la Final al Atlético de Madrid. Hizo bien Simeone en desvincularle del trabajo defensivo. Ya no rentaba. Arda se quedó a media altura, conectó con la defensa, tiró el primer regate, ganó espacio, lo convirtió en tiempo y volvió loco, pero loco, al equipo de Mourinho. En la prórroga, contra Di María e Higuaín en vez de Modric y Benzema, fue Einstein además de Picasso. Y ahí demostró el Atlético que no iba a desaprovechar su momento, y el Madrid, que era un colectivo cogido con alfileres. Se deshicieron los blancos y pegaron los de rayas rojas, después de muchos palos. Tres ayer; muchos acumulados durante 14 años. Serán 14, y ni uno más. Ni uno sobró anoche, cuando todo el sufrimiento cobró sentido. Fue el atardecer -y amanecer- de Courtois, Falcao y Arda. El de Diego Pablo Simeone. El del fenómeno de los banquillos que se ha inventado un estado de ánimo, una coraza de campeón, una estructura de club y un equipazo de fútbol, a imagen y semejanza de su escudo. Los más veteranos dirán que, simple y llanamente, ha recuperado al Atlético de Madrid. Con un presupuesto a la altura, este monstruo indetenible competiría la Liga española hasta el final.
@alvarofrances9 18 mayo, 2013
Magnífico, Abel.
– La pizarra nace, además, de la inferioridad. Cada partido lo plantea el Cholo como: "Chicos, tenemos a un rival en frente muy potente. Tenemos que hacer estoy esto para frenarlo. Y nosotros lo contrarrestamos así". Me lo imagino así. Quiero ver a Cholo en la UCL porque este tío no para de alimentar la estrategia operativa. Asume su inferioridad en ciertas facetas pero potencia las buenas. Y, sobre todo, potencia la perseverancia. Y es difícil pelear contra un tío al que le pegas y se levanta, que siempre te mira a la cara y que no se siente inferior jamás. Y ese mensaje lo transmite Diego Pablo. Y ese mensaje lo lleva cada jugador grabado en la piel.
Lo decía bien claro ayer Simeone a los medios de comunicación: "No bajar los brazos nunca. Las oportunidades llegarán".
– "El de José Mourinho ha sido un equipo de fútbol insuficiente, puntería discreta y que, por determinados motivos de diferentes índoles, se ha mostrado muy ansioso".
Y un equipo de fases. Con su naturaleza, que le ha llevado a marcar dos goles en cinco minutos con la soga al cuello, pero tirando casi 2 horas y media de las tres que dura una eliminatoria de UCL. Y eso a la larga lo acabas pagando siempre. El RM no ha mostrado una línea de regularidad. El ATM gana por perseverancia.
-No sé por qué se vio a ese CR. Expuso muy poco de su potencia en movimientos. Diagonales contadas con los dedos de una mano. Cristiano es un jugador cuyo regate en espacios cortos es muy justito. No es flexible para tirar la gambeta. Y ayer, no entiendo por qué, no paró de intentarlo.
– Me marcó mucho el paso de Simeone al 4-1-4-1. Dejó a Mou sin respuesta. Es el esquema de las grandes finales, el que ensalza a Mario Suárez ^^ Mourinho lo intenta luego tirando a DiMa a banda (4-4-2) o dando un peldaño a Essien (especie de 3-5-2 pero con Sami más liberado) pero nada. Bueno, nada no, la falta de gol. Es escandalosa la falta de gol del RM este año. Se va de la UCL fallando tres ocasiones clarísimas en 10 minutos. Se va de la Copa con ¡¡¡¡3 palos!!!! y dos ocasiones falladas casi en boca de gol. Es muy bruto esto, en serio.