La final de la Copa del Rey es un tesoro que habríamos de valorar más. Un repaso profundo al palmarés –que supera el siglo de existencia– nos llevaría un rato grande, así que miraremos solo a las últimas ediciones para darnos cuenta de la magnitud del evento. Por ejemplo, Valencia y Fútbol Club Barcelona iniciaron los mejores años de su historia con una victoria copera. En Sevilla, los ches levantaron una Copa tras la cual llegarían dos finales de Champions y dos ligas. Y qué decir del Pep-Team, que nació y murió a la gloria con sendos triunfos en este gran torneo. El Mallorca de Etoo, el Sevilla de Kanoute, el Centenariazo, Zaragoza y su amor por el trofeo… abundan los buenos relatos. Para Real Madrid y Atlético, finalistas esta noche, la Copa del Rey también evoca recuerdos agradables. Hace dos años, los de Mourinho derrotaban al Barcelona en uno de los mejores duelos que tendremos la suerte de ver. El Atleti viene en peor racha, pues sus tres últimas finales se saldaron con derrota. Atrás queda aquel gol de Pantic, que certificaba el doblete de 1996, y la gran coronación de 1992, en el Bernabéu frente al Real Madrid. Un precedente que los atléticos habrán de rememorar compulsivamente en estas horas previas.
La razón es bien sencilla: el Atlético de Madrid no vence a su vecino desde hace catorce años. Veinticinco derbis sin traca colchonera, un factor más potente que cualquier otro en estos momentos. El dato, curioso al principio, ha terminado por devorar cada confrontación entre ambos clubes. Un Real-Atlético ya no es un partido de fútbol normal y corriente. El bloqueo mental de los rojiblancos es tal que incluso las situaciones más ventajosas terminan en drama. Es obligatorio arrancar el análisis de la final con este punto, pues como decimos, a día de hoy supera en relevancia al resto de componentes. ¿El foco de esperanza? La historia. Como decíamos en la introducción, el Atlético ha de agarrarse a los precedentes. No le queda otra y además estos no dejan de ser extremadamente positivos. Atleti y Real Madrid han disputado cuatro finales de Copa. En tres de ellas, el título fue para el cuadro del Manzanares, con un añadido: todas las finales se jugaron en suelo madridista, el Santiago Bernabéu. En el fútbol solo vale el ahora, lo que ocurre en el césped, pero Simeone necesita optimismo sobre el que edificar su planteamiento. Si sus jugadores no salen creyendo que se puede, no habrá final. El Atlético ha de conseguir que haya partido.
Los precedentes positivos, un punto a favor del Atlético de Madrid de cara a creer en la victoria
Simeone nos facilita el trabajo. El Atlético saltará al campo con la siguiente formación: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Mario, Gabi, Koke, Arda; Diego Costa y Falcao. Recibimos el once con un punto de escepticismo. Es inevitable sentir que las dos últimas derrotas frente a Madrid y Barcelona han chafado un poco el prestigio competitivo del Atleti. El choque liguero de diciembre aparece nublado en nuestras cabezas, como si hiciera una década de aquello,Diego Simeone prescinde de nuevo de la calidad técnica de Adrián pero en la mente Cholo se conserva muy vivo. Es cierto que el Atlético volvió a caer, que fue batido en el marcador y en el juego, pero no es menos cierto que el partido se disputó dentro de los cauces normales. El Madrid impuso su calidad individual –Cristiano se sacó un tirazo cuando mejor pintaba el Atleti– y tuvo que currarse los tres puntos. La velada fue provechosa en algunos aspectos y también arrojó conclusiones negativas a tener en cuenta: el Atlético logró ralentizar el juego blanco (algo que seguro ha incitado a Simeone a repetir nombres) pero quedó corto de calidad técnica para dañar al Madrid. Los Gabi, Mario o Koke no son suficientes; no crean ventajas con la pelota ni incomodan a los de Mourinho. Y si la contienda se pone emocional, menos todavía. La decisión del entrenador argentino de colocar a Adrián como enganche en el derbi de hace escasos días obedece a esto en gran medida. La frialdad de Adrián solo es beneficiosa para escenarios así. El asturiano y Arda (dos piezas en vez de una) son talento, salidas, segundos con balón; justo lo que no tuvieron en el citado 2-0 de Liga. ¿Pegas? Las evidentes: el Atlético pierde el elemento de presión en banda que supone el sacrificado Koke. Este colectivo ha sido capaz de anular a varios de los mejores ataques estáticos del mundo en base a este plan. Como opción intermedia surgía el “Cebolla” Rodríguez. El uruguayo tiene corazón y regate, pero daba la sensación de que podía ser arrollado por la emotividad de la final. La pachorra de Adrián aún puede ser la esperanza de los atléticos en determinadas circunstancias. Y siendo honestos, nadie puede recriminarle a Simeone la decisión de no seleccionarlo.
(Si hablamos de clase y distinción con la bola, el Atlético dispone de un elemento oculto, un chico con aroma a diferente. A Oliver Torres esta película le pilla con la Selectividad recién terminada y la barba a medio salir. Oliver no recuerda ver ganar un derbi a su Atleti, pero tampoco perdió nunca ante ellos. Es improbable que hoy pise el Bernabéu, pero no deja el centrocampista de elaboración más dotado de la plantilla. Adelantar el mañana es una medida de riesgo… muy ilusionante. Tal vez unos minutitos…)
El once atlético tendrá poco impacto en la previa del Real Madrid. En realidad, para Mourinho las dudas giran más alrededor de la justicia y conveniencia de sus decisiones que de lo meramente táctico. Un caso es el de Luka Modric. Su rendimiento individual le hace claro merecedor de un puesto en la alineación.Luka, Khedira o Di María: una duda habitual en el once de Jose Mourinho Si es lo más adecuado o no, se puede debatir. Con el Atlético en su versión “defensiva”, Luka ayudará a aclarar jugadas, sacando del dos contra uno en banda a Koke y Arda y creando espacios para Ozil y Cristiano. La facilidad con la que Modric y Xabi Alonso cambian de orientación es clave ante este adversario, muy dado a concentrar la presión en un costado. Si estás en un lado, al otro no puedes llegar en cinco segundos. En el caso de que Adrián y Arda Turan compartieran lugar en la mediapunta en algún momento, la importancia con el esférico de Luka crecería aún más; recibir cerquita del delantero español podría estar casi regalado para el internacional croata. Si el doble pivote de Simeone tiene que salir a presionar tan lejos, Mesut destrozará. ¿La cara amarga de esta batalla? La consabida (poca) intensidad de Modric sin balón. Luka sufriría para tapar el gambeteo y las recepciones de los enganches rojiblancos. Borussia Dortmund y Athletic son ejemplos recientes. Para auxiliar al ex-Tottenham está Khedira, recuperado a tiempo aunque con poco ritmo de competición. En este supuesto, el sacrificado sería un Di María que explota de maravilla la falta de clase de la medular atlética; recupera y mata en un instante. Además suma corriendo detrás de Filipe Luis. Modric, Khedira o Di María, el único titubeo de Mou. Jugarán dos de los tres.
Modric llega a tope y reune méritos para jugar, pero Khedira y Di María también encajan en el partido
La otra duda que alberga Mourinho de cara al equipo titular es la configuración de su defensa. La lesión de Raphael Varane el pasado fin de semana ha abierto un interesante debate. Más allá de capítulos extra-futbolísticos, es obvio que Pepe no atraviesa por su mejor forma. La derrota personal ante Lewandowski fue demasiado evidente. El punta polaco le ganó en cada apoyo y le destrozó en el área chica, justo el territorio donde Radamel Falcao es el mejor del mundo. Visto así, la presencia del luso no parece lo más recomendable, pero existe otra lectura: en el encuentro de ida en el Bernabéu, la pareja Pepe y Ramos (que regresa) fue clave para asfixiar al Atlético de Madrid. Ambos expusieron la lentitud de la salida del Atleti, ahogando a Diego Costa y Falcao. Se nos ha olvidado, pero el “Pepe-Ramos” ha sido básico en este proyecto. Si Mou considera que el portugués no es la elección indicada, queda Albiol. El central español está dando un correctísimo rendimiento pero goza de un descrédito general difícil de entender. Mourinho le defiende, pues sabe de sus aptitudes. Raúl corre bien para atrás, maneja el área y cumple en la mayoría de facetas. Su pega es el error aislado, que casi siempre surge. El valenciano apunta a ser de la partida. Si no, jugaría Carvalho, de menor calidad física pero de talento imperecedero.
La última posición vacante (más allá del eterno y redundante Benzema o Higuaín, cuyos pros y contras ya todos conocemos) es el lateral derecho. Arbeloa ha entrado en la convocatoria pero acumula semanas sin jugar y huele a descarte. La experiencia de Michael Essien parece decantar la balanza a su favor. La otra alternativa es el joven Nacho, cuya concentración y buen hacer están agradando con motivo a Mou. El de Setúbal no ha de exprimirse mucho el coco; el discurso del partido no variará. Juegue quien juegue, Simeone tendrá en su mano buscar agresividad en el uno contra uno con el Cebolla. Si tácticamente decíamos antes que el uruguayo tiene sentido para compensar el dibujo, su bravura en el desborde tampoco suena mal como revulsivo. Bravura que, por supuesto, se habrá de demostrar más allá de las palabras. El cierre de esta previa vuelve a los comienzos de la misma. El derbi es un partido de primera magnitud si del minuto 1 al 90 no pierde su condición de partido. El Atleti necesita ser el de Futre y Schuster, el de Collar y Adelardo. Ser el Atlético de Madrid. Si lo consigue, viviremos un partidazo.
@JuanDV14 17 mayo, 2013
Gran previa David.
Yo las finales siempre las miro con cierto aire de romanticismo, de batalla épica, y eso hace que en las horas previas siempre vea estos choques como el día adecuado para aquellos jugadores con duende pero que a su vez pecan de esa mal llamada "irregularidad". Así que en esos momentos de espera me imagino una gran noche de Adrian o una exhibición con todas las letras de Luka o por qué no del mismo Kaka. Es por esto que tiendo a ver estos días ,como el momento que el destino tiene reservado a este tipo de "jugones", pero bueno, siempre estará el Cristiano o Falcao de turno para despertarte del sueño.