El precio de una ambición | Ecos del Balón

El precio de una ambición


Dicen los sabios que todo hombre debe ser consciente de sus propias limitaciones. Interesante consejo, difícil de llevar a cabo, y a menudo nunca seguido por los más exitosos miembros de la sociedad. El hombre, llegado a cierto punto de éxito, debe perder un poco la noción de la realidad y querer siempre más. No dejarse amedrentar por la altura a la que uno se encuentra. Es por eso que todos los hombres más exitosos han basado ese éxito en elegir paciente y mesuradamente su siguiente objetivo. El fútbol, desde luego, no es ajeno a esta manera de pensar. Miremos a Guardiola. Miremos a Mourinho, a Happel, a Guttmann

Eso en los banquillos. En el palco la cosa se complica y las velocidades son, si cabe, más altas. Un buen ejemplo lo tenemos en Steve Ross, el multimillonario yanqui dueño de Warner Communications, un hombre que estuvo en la cresta de la ola hasta que sus sueños se hicieron demasiado grandes. Cuando lo había conseguido todo a nivel empresarial, soñó con hacer de un pequeño equipo amateur de New York el mejor del mundo. Soñó con fichar a Pelé, soñó con traer a los mejores del globo, soñó con hacer crecer una selva –futbolística- en terreno yermo, soñó con ganar campeonatos y ser célebre en el mundo entero, soñó con una Copa del Mundo en Estados Unidos y, eventualmente, de tanto soñar, destruyó toda su obra. En el mismo caso nos encontramos a Jean-Luc Lagardere, un hombre que, como Ross, tuvo al mundo empresarial de su país a sus pies y soñó a lo grande intentando construír un gigante futbolístico en una de las capitales del mundo.

1981 fue el año cero de lo que prometía ser un proyecto faraónico.

A comienzos de la década de los 80 el fútbol francés florecía a la luz de una nueva generación de brillantes jugadores que hacían soñar a los seguidores bleus con reverdecer los laureles de Raymond Kopa y Just Fontaine. El Saint EttieneDesde la II GM, Paris nunca volvió a brillar dominador de la década anterior comenzaba un, en aquel momento, imperceptible declive en su poderío y ciudades como Marsella o Burdeos volvían poco a poco a tomar un papel preponderante en el fútbol galo. No París. Nunca París. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial la capital francesa no disfrutaba de un buen club de fútbol. Hacía poco más de una década que el Paris Saint Germain había sido creado y, aunque su ascenso al máximo nivel del fútbol francés fue fulgurante, su vitrina seguía vacía.

Por aquellos momentos, Lagardere estaba en el punto máximo de su poder. Se había labrado un nombre en los años 60 como ingeniero de Matra y en competiciones automovilísticas como las 24 Horas de Le Mans y la Fórmula 1. En los 70 amplió su radio de influencia siendo miembro de un importante grupo de pensamiento francés – la Fundación Saint Simon-, y a inicios de los 80 Matra había crecido en sus horizontes hasta ser una empresa de referencia en el mundo de la aeronáutica y la defensa militar –misiles, básicamente-. No contento con esto, Lagardere se hizo con el grupo editorial Hachete, lo cual suponía que publicaciones de tanto calado internacional como Elle o Car & Driver también pasaban a sus manos. ¿Hemos dicho que estaba casado con una modelo brasileña y era poseedor de una afamada cuadra de caballos de carreras de categoría internacional? Pues también.

Lagardere era un Napoleón vencedor de Austerlitz. ¿A qué podía tener miedo? ¿Qué podía resistírsele? Así que decidió afrontar el reto de crear lo que parecía imposible: un gigante europeo del fútbol en París.

Su objetivo fue reflotar el casi extinto Racing Club de Paris, un club que había sido célebre en los años 30, iniciado su descenso a los infiernos a mediados de los 60 y que en los ochenta estaba sumido en el más absoluto de los anonimatos. Un equipo que apenas sobrevivíaLagardere reflotó el Racing Club de Paris y lo acompañó con un estadio glamouroso en las categorías más modestas del fútbol francés. El poderío y las influencias de Lagardere le llevaron a intentar fusionarlo con el Paris FC, un equipo creado a finales de los 60 para servir de matriz al futuro Paris Saint Germain, pero que por circunstancias –problemas con los políticos parisinos y el dueño del Parc des Princes- acabó escindiéndose del PSG poco después de su creación. Así pues, con más dificultades de las previstas, Lagardere tuvo su nuevo club: la historia, los colores y la distinción del Racing parisino y la plaza en segunda división del Paris FC. Un engendro que vestía una de las camisetas más bonitas que ha visto el fútbol europeo. El siguiente paso fue conseguir un estadio con glamour y enjundia, a la altura del club. Y al poco tiempo el Racing estaba jugando en el histórico Olímpico de Colombes, sede de unas Olimpiadas, de una final del Mundial y de algunos de los más míticos partidos de Copa de Europa de la historia -desempates de eliminatorias Real Madrid vs Juventus y Benfica vs Ajax-, además del rodaje de la famosa Evasión o Victoria. La gran Uruguay de Nasazzi y Scarone, la Italia de Pozzo y Meazza, el doctor Sarosi, Leónidas y Eusebio –perlas negras-, Pelé, Di Stefano y Puskas, Cruyff y su Fútbol Total… todos habían corrido en el césped de Colombes. Glamour.

Con las aportaciones económicas de Matra, el Racing luchó por ser el primer equipo de Paris.

Con el equipo aún en Segunda y tratando de ascender, Lagardere ficha a su primera gran figura merced al dinero de Matra. El argelino Rabah Madjer, que venía de destacar en el Mundial 82, se convierte en la estrella del equipo y su gran reclamo mediático. El rendimiento no es el más adecuado. Madjer, a pesar de su innegable calidad, muy superior a cualquier jugador de segunda división, no se encuentra cómodo, es apaleado a menudo por sus marcadores y está más centrado en la selección argelina que en el propio club. Aún así, marca 20 goles, el equipo asciende y completa una actuación muy buena en Copa, eliminando a tres equipos de Primera. El objetivo estaba conseguido: el Racing era club de D1.

No duró mucho la alegría. El ambicioso Lagardere cambió Colombes por el Parc des Princes, a pesar de que tenía que compartirlo con un PSG que venía de ganar sus primeros títulos y jugaba un fútbol muy atractivo gracias a la presencia deEl PSG no sólo ganaba, sino que su fútbol encandilaba al público estrellas como Luis Fernandez, Safet Sufic, Dominque Rocheteau o Mustapha Dahleb. El estadio, consecuentemente, estuvo semivacío durante casi todo el año y el equipo realizó una temporada lamentable que lo devuelve a Segunda. Esto fue algo que no desalentó al muchimillonario, que cerró las contrataciones de un delantero goleador, el zaireño Eugene Kabongo –proveniente del fútbol belga- y ni más ni menos que el líbero de la selección nacional campeona de Europa: Maxime Bossis, una institución del fútbol francés que dejaba su Nantes para jugar en la segunda categoría del fútbol galo. Además, se le une Philippe Mahut, otro internacional francés, semifinalista de la Copa del Mundo de 1982. Toko, Thys, Polaniok y Umpierrez completan un apartado de fichajes muy potente para un cuadro que ni mucho menos estaba en la élite.

La temporada será un éxito casi total: Kabongo roza la treintena de goles y el Racing supera a un Saint Ettiene que ya había sufrido su primer descenso, para ascender a la D1. Pero las gradas seguían vacías, en parte porque ese año 85-86, en Primera, el PSG entrenado por Gerard Houllier se consagra campeón francés por primera vez en su historia, prácticamente arrasando y jugando un atractivo fútbol. Lagardere asume que el reto de ser no ya el mejor equipo de Francia, sino el primero de París va a ser muy duro, y decide poner todo el potencial económico que tiene a su disposición para lograr el objetivo. Matra, que había estado presente como sponsor desde el inicio de la aventura, toma el nombre del club: Paris Matra Racing. Como si fuese un equipo de carreras de coches, ambiente que Monsieur Lagardere conoce a la perfección.

Los refuerzos de la plantilla son lujosos: uno de los mejores porteros del campeonato francés, Pascal Olmeta –Bastia-, otro defensa internacional francés como Thierry Tusseau –Girondins- o el técnico jugador marroquí, muy destacadoEnzo Francescoli y Littbarski fueron la joya de la corona en el Mundial 86, Aziz Bouderbala; futbolistas que formarán el armazón del equipo. No obstante, las grandes figuras son el extremo internacional alemán del Colonia, Pierre Littbarski, uno de los jugadores más hábiles de los años 80, y el mejor jugador de América, capitán de la selección uruguaya campeona continental y líder del River Plate campeón mundial Enzo Francescoli. «El Príncipe» se convertirá en la principal atracción del equipo, por fama internacional y por rendimiento en el campo. Sin embargo, el hombre del que más se habla ese verano es Luis Fernandez. El centrocampista nacido en Tarifa, miembro del Carré Magique de la selección francesa, destacadísimo en Mexico 86, y capitán del rival PSG se cambia de acera y asume los galones de llevar al Racing a grandes cotas.

Por fin Lagardere había creado su gran equipo y por fin el club conseguía atraer la atención de los parisinos, registrando buenas entradas en su estadio del Parc des Princes. Esta vez el que no respondió fue el conjunto en el campo, registrando una muy pobre decimotercera posición. La temporada, no podía ser de otra manera, fue decepcionante y mediocre, con un Luis Fernández lesionado, un Littbarski que jamás se adaptó a la vida parisina y que apenas dejó gotas de su suprema calidad, y un Francescoli que disputa un gran campeonato, marcando 14 goles, pero que no fueron suficientes.

Como el equipo no termina de explotar, Jean-Luc Lagardere continúa invirtiendo en fichajes.

Al año siguiente, el magnate francés sigue reforzando al equipo, convencido de que con tiempo y dinero el objetivo debía llegar. Littbarski ya no está, ha regresado a Colonia tras fracasar, y en su lugar se ficha a un joven y prometedor defensor internacional holandés, Sonny Silooy. Se busca asentar al equipo defensivamente para que los buenos jugadores de arriba decidan. En el banquillo, y este sí es un golpe de efecto que recordará a los posteriores Abramovich o PSG actual, se ficha a un campeón europeo. El técnico de moda, Artur Jorge, recién ganada la Copa de Europa en Viena ante el Bayern, ficha por el Racing. No consigue, sin embargo, llevarse con él a Futre, su hombre de confianza. El equipo funciona y pasa bastantes jornadas entre los tres primeros de la clasificación, pero un horrendo final de año, con 7 u 8 partidos sin conocer la victoria, le hacen bajar al séptimo puesto. Suficiente, al menos, para quedar por delante del PSG y entrar en Europa.

Esto espoleó a Lagardere, que pasó otro verano de pasión tirando de billetera y aumentando el fondo de armario de su ya potente equipo con nombres como los jóvenes David Ginolá, Bruno Germain, Vincent Guerin, Bernard Casoni o el internacional uruguayo Ruben Paz. A pesar del esfuerzo económicoLos malos resultados deportivos del equipo van derrumbando poco a poco el proyecto y del plantillón con el que contaba, la marcha del equipo es desastrosa y Artur Jorge abandona a mitad de temporada, sustituído por el ex internacional francés René Hausser, que se las arregla para salvar in extremis al club. Este pobre resultado acabó con la paciencia del poderoso mecenas francés, que dejó de inyectar dinero al Racing. Sin sus millones, también desertan muchas de las estrellas, entre ellas Francescoli, Fernandez o Tusseau. El club queda reducido a una colección de jóvenes futbolistas con mucho futuro pero escaso presente y el proyecto, simplemente, se derrumba a pesar de llegar a la final de Copa –eliminando al Marsella-, que perderán ante el Montpellier de Carlos Valderrama. Curiosamente, muchos de sus miembros, encontrarán la gloria en el otro equipo de París y cumplirán allí su sueño de ser campeones. Estamos hablando de Artur Jorge, Ginolá o Guerin. Germain o Casoni formarán parte de otro proyecto faraónico, el de Bernard Tapie en Marsella, de tan agridulce recuerdo. Son Tapie y Jean Michel Aulas en Lyon los dos magnates que, a la sombra de Matra, van creando la estructura de dos equipos que serán tiránicos en el fútbol francés.

Tras la aventura de Lagardere, el Racing quedó abandonado a su suerte, refundado, con cambios de nombre y descensos varios. Hoy, solo sus preciosos colores, manchados en el barro de las catacumbas del fútbol galo, hacen recordar el sueño que una vez tuvo Paris amparada por la ambición de un hombre que no supo conocer sus límites.


14 comentarios

  • @migquintana 2 abril, 2013

    Conocía la historia del Racing Club de Paris, pero no sabía que llegó a juntar a Luis Fernández, Littbarski y Francescoli.

    ¿Fue este el primer proyecto europeo con un »inversor» de estas condiciones en un club no puntero, Sergio? La historia suena más moderna y contemporánea a nuestros tiempos que vintage… ^^

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  • @SVilarino 2 abril, 2013

    Hombre, el paralelismo con Chelseas y jeques varios creo que es bastante claro, no? Ese entrenador del Porto campeón de Europa que abandona a su equipo para dirigir al nuevo proyecto faraónico de Europa nos suena a todos bastante.

    No caigo en si el primero o no, pero sí fue un proyecto muy fuerte, que puso todas las bases para hacerlo bien, desde las figuras internacionales y el marketing, el entrenador de nivel, la columna vertebral de calidad con internacionales franceses y el futuro con el fichaje de las mejores promesas del país. Y fracasó estrepitosamente, sabe dios por qué.

    De todos modos, esa es la época de Berlusconi o de Tapie. Tíos que invirtieron también muchísimo, pero con la diferencia de que lo hicieron en clubes con auténtica solera.

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  • @migquintana 2 abril, 2013

    Por lo que comentas en el artículo, imagino que coincidir con un PSG ganador y atractivo no era el mejor de los contextos para relanzar a un equipo sin -prácticamente- masa social. Y eso que, vamos, una ciudad como Paris, con su gigantesca área metropolitana, tiene población para albergar, al menos, un par de equipos de élite sin que éstos se solapen. Más allá del perfil del ciudadano parisino, que nunca ha destacado por su fervor hacia el fútbol, claro.

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  • Abel Rojas 2 abril, 2013

    Francescoli y Littbarski. Es que no estamos hablando de ninguna tontería. Esa gente en ese momento qué era para el fútbol? Ibrahimovic y Ribéry por decir algo? Pues más o menos.

    "Son Tapie y Jean Michel Aulas en Lyon los dos magnates que, a la sombra de Matra, van creando la estructura de dos equipos que serán tiránicos en el fútbol francés."

    Brutal leer esta frase casi al final de la historia, sabiendo qué pasó después.

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  • @Contragolpeando 2 abril, 2013

    Enorme artículo. Algo había oído hablar de la historia de este equipo pero para nada conocía que las dimensiones del proyecto hubieran sido tan grandes y con todos esos grandes nombres. Enhorabuena!

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  • @SVilarino 2 abril, 2013

    @Quintana

    Es que también es mala suerte que justo en el año en que Lagardere empieza su proyecto el PSG comienza a ganar trofeos y a jugar de lujo. De todos modos, las bases sociales siempre fueron un problema, incluso para el propio PSG en sus primeros años. Paris no es una ciudad futbolera, porque nunca ha tenido clubes a los que agarrarse. Darle dos de repente puede ser demasiado.

    Ojito, al hilo del tema inversión, que cuando Pelé empieza a sonar para el Cosmos, el PSG pone 1M de dólares de 1974 sobre la mesa, eh.

    @Abel

    La inversión es potentísima, es lo que dices tú. Francescoli, Littbarski, Bossis, Luis Fernandez, Bouderbala, etc Es eso, Ibra, Ribery, Thiago Silva, M'vila y Ben Arfa, por hacer el paralelismo. Y la base es tremenda, y se fichan jugadores jóvenes buenísimos como Ginola, Guerin, Germain, que serían muy importantes en la siguiente década. Lo hacen todo relativamente bien, y se la pegan.

    Por cierto, al hilo de los de Tapie y Aulas. El OM empieza su tiranía en el último año del Racing, y se aprovechará de los jugadores que abandonan el club parisino, como Francescoli o Germain. El OL está en segunda en ese momento y, curiosamente, el primer fichaje que hace para intentar el ascenso es el de Kabongo. Hay por youtube circulando una derrota por 1-7 en Gerland ese año contra el Sochaux y el equipo es un auténtico desastre.

    @contragolpenado

    Gracias!

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  • @SharkGutierrez 2 abril, 2013

    A mi me chirría la comparación con el Chelsea, porque antes de Roman, el Chelsea gana trofeos europeos y varias FA Cups en su país. Pero se entiende la dinámica. Es como si aquí, (salvando las distancias y el contexto de una gigantesca ciudad como es Paris) un empresario revive al Racing Club Madrid o Arenas de Guetxo, para volverlo a ponerlo en la cima y te fichase de golpe a Mourinho, Ribéry, Ibrahimovic, Hummels acompañados de un Luiz Gustavo. Quizás no funcionó, porque así lo quiso el destino. Abordar proyectos faraónicos desde segunda división es complicado, sabiendo que todas las segundas divisiones son siempre complicadas para el equipo que compite en ellas y que se tarda varios años en recuperar terreno, más si cabe con lo competitivo que fue ese PSG de mitad-finales de los 80.

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  • @migquintana 2 abril, 2013

    Hombre, Shark, imagino que la gran diferencia es que la historia del Racing Club de Paris es mucho más antigua y, a la vez, con menos recorrido en el fútbol de élite. Repasando así un poco el palmarés, antes de la II Guerra Mundial habían conseguido 1 Liga y 4 Copas, que no son pocos títulos tratándose de 1945.

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  • @SVilarino 2 abril, 2013

    Este artículo me ha hecho recordar lo de moda que estaba Artur Jorge en mi niñez. Lo cierto es que sus logros ahí están y durante una década fue un entrenador TOP mundial.

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  • @Chemaerrebravo 2 abril, 2013

    Qué bonita la historia del Racing de Colombes, como también se le llama. Bueno, y en general la historia del fútbol en París, aún huérfana de Copa de Europa. Es muy curioso lo que ocurre en la fundación del PSG, algo que Sergio comenta de pasada. El reciente París FC actúa de plataforma para fundar el PSG, pero necesitaban una estructura futbolística más solvente y experta. De hecho, el impulso nace de la FFF. Es la federación francesa la que trata de fomentar algo tan francés como la centralización. París debía convertirse en el núcleo del fútbol nacional. El Racing de París era una persiana bajada, así que ese club que debía dar contenido histórico y social al nuevo club era el Stade Saint Germain, era una entidad deportivamente mediocre, jugaba en las categorías más humildes, pero tenía cierto poso histórico. El París FC, apadrinado por la FFF, contaría con los apoyos financieros necesarios. Hay que tener en cuenta que en París no existía ningún club de elite; ni el Red Star, ni el Olympique de París o el CASG París vivían buenos tiempos. Y evidentemente, como el Racing, no querían perder su 'nombre' ni ascendencia sobre el fútbol de París sacrificándolo en una fusión con un club nuevo como el Paris FC. Así que el otro socio sería el Stade Saint Germain, recién ascendido a Segunda y afincado en Saint Germain en Laye, un núcleo al oeste de la capital, pero fuera de ella. Que él Satade ascendiera resultó determinante porque el nuevo club asumiría esa plaza. Y así fue, se fundó el París -SG, que jugaría en el Parc des Princes. Y fue el estadio, en parte, el origen de los problemas. El Parc des Princes pertenecía a la alcaldía de París, pero la masa social del club pertenecía a otra ciudad, Saint Germain. También el ayuntamiento era el principal sostén financiero del nuevo club. Esto provocó un divorcio, el alcalde de París rompió con las bases del club y una rama de la rama del Paris FC, paradójicamente, se divorció del PSG, continuando su vida al margen.

    @sergioV

    Bouderbala creo que es el último en llegar ya. No sé si coincide con el bienio de los grandes cracks. Puede que lo fichen después de la CAN 88

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  • @SharkGutierrez 2 abril, 2013

    @Quintana

    "Hombre, Shark, imagino que la gran diferencia es que la historia del Racing Club de Paris es mucho más antigua y, a la vez, con menos recorrido en el fútbol de élite. Repasando así un poco el palmarés, antes de la II Guerra Mundial habían conseguido 1 Liga y 4 Copas, que no son pocos títulos tratándose de 1945."

    Lo sé, lo sé. Solo quería matizar que me parecía un poco forzada esa comparación. Pero la dinámica se entiende y el articulo también. Culturizarse de historia del fútbol con Chema o Vilariño, debería ser una asignatura en la escuela de entrenadores (y ya no solo digo tácticas, sino cultura general).

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  • @migquintana 2 abril, 2013

    Yo preferiría tenerlos de profesores de instituto, como Antonio León. Y sumando a David Mata, claro.

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  • @SVilarino 2 abril, 2013

    @Quintana

    Oiga, como Antonio y como yo, aunque molo menos xD

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  • Lucho 12 agosto, 2013

    Gran Post!

    Veo la camiseta y parece de equipo de Rugby pero igual es linda. Y sobre el post ¿qué decir? los sueños parecen cercanos, Lagardere lo intentó, tal vez si hubiera tenido paciencia y no hacer todo de golpe (como ascender) si hubiera pensado en el largo plazo…

    Consolidarse en segunda con jugadores de mediana talla, generando una base y ascender de ahí empezar a de nuevo consolidarse en primera, hacer que el barco no tambalee al primer viento, generando un estilo (ser defensivos a ultranzas o ser siempre ofensivos, etc) paralelamente trabajar en la cantera, de modo que se "adoctrina" a las futuras generaciones que puedan ser fieles al equipo, y empezar a generar esa rivalidad con el PSG para "dividir la ciudad", y cuando los focos te apunten traes a los Ribery, Toulalán de esa época

    Pero claro decirlo es fácil… Saludos!

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