El pasado lunes tuvimos la dicha de disfrutar de la presencia de Ronaldo en esa joya televisiva que es Fiebre Maldini. Clasificar futbolistas ha sido desde siempre uno de los principales vicios del aficionado; un ejercicio tan absurdo como divertido y del que cuesta apartarse. Para un porcentaje enorme de opiniones, el Fenómeno ha sido sin lugar a dudas el más grande delantero que conocieron los tiempos. El mejor, por ser distinto, imparable y adorable. En el siguiente escalafón de arietes inmortales se destaca el gran Marco Van Basten. No fue un elegido de la naturaleza como Ronie pero sí que era especial. De altura excepcional, sus pies eran finos y se movía con una astucia irrepetible… o no. Porque ayer, en el Signal Iduna Park, vimos algo que se le pareció mucho, muchísimo. Tanto fue así que, 20 años y 5 meses después, a Robert Lewandowski le dio por calcar una de las noches más legendarias de la carrera de Marco. El Borussia Dortmund fue superior al Real Madrid, pero quizás no para ganar 4-1. La diferencia , como dijo nuestro compañero Alejandro Arroyo en 38 Ecos, la puso Robert Lewanbasten.
El partido arrancó con uno de los planteamientos más sorprendentes de Mourinho en los últimos tiempos. Con sorprendente queremos decir justo eso, sin carga negativa, pues la idea tenía sentido. El Real Madrid, que hace un año salió al Allianz Arena a gobernar el balón, optaba esta vez por ceder metros de una maneraMourinho se la jugó por un planteamiento lleno de coherencia pero con riesgos evidentes bastante particular. Con Ronaldo y Ozil (banda derecha) situados a la altura de los interiores, los de Mou cerraban en un definidísimo 4-1-4-1 (ojo a la captura). Desde que Reus se convirtió poco menos que en delantero, el único futbolista del Dortmund realmente exterior es Kuba, así que la intención del Madrid era tapar bien por dentro y no permitir que nadie le ganase la espalda, algo que sucedió con frecuencia en los duelos de noviembre. Tras robo, la pelota quedaría casi siempre cerca de Xabi y Modric y el Madrid podría empezar a correr. Todo razonable y hasta apetitoso… pero con peaje. El cuadro blanco dejaba todo el espacio del mundo a tipos que con la bola son talentos sobrenaturales. El principal, Gundogan. El mediocentro alemán pululaba por el círculo central sin una marca fija, metiendo a su equipo en campo rival casi sin oposición. La inferioridad numérica de Higuaín le llevaba a carreras completamente estériles. Aunque la primera ocasión del Dortmund –resuelta por un Diego López que es ya un activo competitivo– vino en transición, el 1-0 sí respondió a los riesgos de la estrategia madridista. Alonso quiso ceñirse al plan y verticalizó una pelota que Gundogan pudo recuperar para a continuación habilitar a Schmelzer por fuera. El primer tanto de Lewandowski resultó un homenaje al artículo sobre la importancia de Sergio Ramos como central. Pepe afrontó la acción como alguien que siente que tiene perdida la batalla. Envuelto en nervios, el portugués tomó la decisión de agarrar al punta polaco con la esperanza de que allí no pasara nada. Se olvidó de colocar su cuerpo, de chocar para desplazar, de jugar en definitiva. Marcador inaugurado y escenario nuevo.
El repliegue bajo del Real Madrid comenzó dejando mucho espacio a Hummels y Gundogan
Con el Dortmund en ventaja, las constantes del encuentro iban a cambiar. Victoria y portería a cero en Champions es un tesoro a conservar, así que los de Klopp dieron un paso atrás para protegerse. Era el turno de Xabi Alonso y Modric en fase creativa. Tras el marcaje de Welbeck al tolosarra, cómo agobiar alLewandowski logró ser bastante importante en la defensa sobre Xabi mediocentro merengue es la cuestión de moda. El Dortmund no tiene un especialista como el inglés, así que tocaba ocupar los espacios con inteligencia. Sobre Xabi iría Gotze pero además se sumaba un Lewandowski en constante participación invisible, tapando líneas de pase y obligando a los centrales a buscar alternativas; a veces Khedira, que ahí es impreciso, otras Modric, con frecuencia relevante. Klopp, en otra gran decisión, mandó a Gundogan a por Modric de forma más o menos habitual. Es la única cualidad defensiva del “8” y el técnico local supo qué hacer con ella. Como explicábamos antes, Reus prácticamente ejerció los 90 minutos como jugador interior. La ausencia de Di María hizo que el Dortmund no necesitase un extremo izquierdo que ayudase en coberturas en banda. La ubicación centrada de Reus era el tercer elemento contra Xabi y Modric. Ramos debió atraer más, pero sus tiempos de lateral incisivo parecen haber acabado. Ozil realizó algún intento de ayuda en la sala de máquinas pero ese movimiento tiene pinta de que nunca lo dominará. Para completar un notable trabajo defensivo, el conjunto teutón apretaba de lo lindo cuando el Madrid llegaba a Ronaldo. Piszczek completó un cuarto de hora sublime. Lo que pasa es que Cristiano ya aprendió a leer estos escenarios, sabe lo que dura un partido y no se altera. El crack abandonó la raya y comenzó a ofrecerse por dentro, liberado por un Coentrao soberbio. El Madrid estaba en la pelea. En realidad nadie superaba a nadie. El duelo era de gran nivel en lo táctico pero sobraba fricción.
Entonces llegó Hummels. Lo del zaguero es digno de analizar. Incidir en el error del empate sería injusto si su historial no revelase lo poco que tuvo de casual. Mats fue a parar el esférico con la suela, que para un central es como una verónica del torero. Peligroso en cualquier situación, siendo el último hombre la cosa pasa a locura. Pero hubo más: taconazos de espalda, balones aéreos 100% horizontales y un defecto del todo indigerible que abordaremos más tarde, cuando toque hablar de su parte buena.
El Dortmund llegó poco en la primera mitad pero hizo que el Real Madrid llegara aún menos
Tras el descanso, Mourinho volvió a su dibujo común, el 4-2-3-1. El objetivo, amén de recobrar sensaciones y normalidad, debió estar relacionado con Gundogan y la existencia de un “10” que currara sobre él. Aunque la lógica decía que debía ser Modric o Khedira el encargado de adelantar su posición, Mou sorprendióDel 45 al 70 el Dortmund avasalló al Madrid por puro ritmo e intensidad una vez más al alojar al croata en la derecha. Luka sufrió. Ante el Borussia, las bandas son un lugar de presión extrema y ese perfil a Modric le incomoda. Un brutal robo de Reus, casi de abusón de patio de colegio, simbolizó que la medida no tendría vigencia. El Dortmund regresó de vestuarios con el regalo de Hummels olvidado y en apenas 7 minutos ya había anotado el 2-1 y creado otras dos ocasiones. Instantes después, Lewandowski pintó el cuadro de su carrera. El control y tiro que dio pie al 3-1 es arte, un manual de velocidad mental y claridad en el área; un área que Pepe detesta, el único sitio de un campo de fútbol donde no quiere estar. Se le disculpa porque el gesto del internacional por Polonia es imparable, pero de nuevo quedó claro que chocar cerca de portería no es su hobby. Eran momentos de zozobra para el Madrid. Los de Klopp no estaban basando su triunfo en la pizarra sino en pura intensidad. Ozil no podía seguir a Gundogan, Reus flotaba por delante de Pepe y Varane sin ser detectado y Gotze inició su baile. Mario aprovechó que el Madrid ya no metía a sus extremos tan atrás para, con una cadencia bellísima, clavarse a espaldas de estos. Llegaba el cuarto gol, póker de Lewandowski.
Con la eliminatoria en grave peligro, Mourinho dio entrada a Benzema, que carece de emociones y a Di María en lugar de un Modric superado. Ozil regresaba a la derecha y el Fideo, en la enésima decisión de Mou en el partido, abriría el campo por la izquierda. No funcionó, entre otras cosas porque Di María metió al Madrid en ese modo de “bombeo de balones” que uno no recuerda si alguna vez tuvo éxito. Si el Real olisqueó algo a Weidenfeller fue por la inconsciencia de Hummels, al que retornamos. Con el Madrid excediéndose en los envíos largos, Mats dio una fascinante exhibición de como empujar al oponente a la hora de ir arriba. Las ganó todas, al punto de parecer imperial. Lo que no puede ser es que un central busque permanente el pase filtrado vertical. El Dortmund saca un beneficio gigantesco de esto (y más con este Reus tan centrado) pero en términos competitivos es una carencia terrible. Por ahí se abre una vía para la esperanza de cara a la cita del próximo martes. Con cosas que ganar, el Dortmund tuvo miedo en esta Champions. No llegar a Wembley ya sería doloroso. El Madrid lo tiene complicadísimo, pero algo está claro: otros 90 minutos sin generar una ocasión es imposible. El Bernabéu ha de pesar.
@J_Garcia_7 25 abril, 2013
Ayer yo y @Alvarofrances9 tuvimos la misma percepción de Lewandoski. De pequeño debió que jugar al futbol sala; esa forma de orientarse el balón en el área, esa técnica para pisar el balón y aguantarlo. Robert antes de ser 9 fue pivot. El tercer gol es clara prueba de ellos
Siempre se le critica porque su aportación ofensiva es nula. Pero tengo claro que ayer Arbeloa habría frenado mas de una vez a Reus. Ramos-Pepe fueron calamitosos y Varane-por fin-bastante mal.
Una cosa que te ofrecía Modric además de crear el juego, es minimizar pérdidas. Dar pausa en el medio e impedir que el BVB transite. Di Maria con sus altas revoluciones, verticalidad y constante conducción genera muchas pérdidas. Pero es que lo de Modric ayer…
Coentrao me fascinó otra vez más en un partido grande. No creo que defendiendo haya mejor lateral izquierdo que él. Es impresionante el acierto que tiene para ir al suelo y como sabe corregir. Es algo muy impropio de un jugador que antes era extremo el tener esa capacidad defensiva. Claro que en los últimos minutos eché de menos a Marcelo. No hay nadie como Marcelo. Esa facilidad para romper una presión con una conducción que luego aparece por un carril mas interior para asociarse con todos… es que eso es inigualable.