El oro conquistado frente a Brasil en los últimos Juegos Olímpicos refrescó un viejo pensamiento: ¿Por qué un territorio de 112 millones de habitantes y mucho amor por la pelota no ha producido auténticos fenómenos? ¿Qué ha faltado en México? Quizás unas décimas de pasión sean parte de la respuesta. Aunque practicantes sobran, en la nación mexicana el deporte rey no llega a los niveles religiosos de unas Brasil o Argentina que evocan fútbol hasta a la hora de nombrar un nuevo Papa. Sin embargo, aunque México es un balompié insatisfecho consigo mismo, no es menos cierto que han cultivado una especie de “marca propia”, una diferenciación con el resto. En las cosas buenas –la técnica, la vistosidad– y en una cara negativa que acompaña al oriundo desde hace décadas. Giovani Dos Santos y Carlos Vela (23 años ambos) son desde hace tiempo los dos atacantes más prometedores del panorama mexicano. Sus virtudes, sus carreras o incluso sus personalidades (en el caso de Vela, polémica en lo relacionado con la Selección) son fruto de un legado repleto de luces y sombras.
1986 fue un gran año para México. El país volvía a organizar una Copa del Mundo que a la postre pasaría a la historia. Si el Estadio Azteca había consagrado a Pelé en 1970 como el mejor futbolista de todos los tiempos, un mes inolvidable de Diego Maradona reabría un debate que ya no se cerrará. De fondo, México como testigo de las más grandes proezas. A la selección local tampoco le iba a ir mal; su sexto puesto en el campeonato continúa siendo la mejor clasificación lograda en un Mundial. Un torneo en el que además acabarían invictos en los cinco partidos disputados. Una sanción de la FIFA les iba a impedir participar en Italia 90, la única gran cita desde en la que los norteamericanos no han estado presentes desde 1982. Ponerse a valorar las consecuencias que pudo tener aquella descalificación es gratuito, pero resulta curioso que tras el éxito del 86, México haya casi calcado sus decepciones mundialistas. A veces se dejó un grato recuerdo, otras veces no… pero siempre con un poso de amargura e historias cíclicas.
Mexico fue testigo de la consagración de los, para muchos, dos mejores futbolistas de la historia
1994 fue el inicio del bucle. Hugo Sánchez, ya con 35 años, solo participaría en la derrota inaugural ante Noruega. El delantero estrella iba a ser Luis García, un veloz punta con cara de rompecorazones Acudir a un Mundial sin haber jugado en Europa era lo más frecuentey cierta velocidad e instinto en el área. Sus goles en la liga mexicana le llevaron al Atlético de Madrid. En el Manzanares arrancó con mucha fuerza (lo que le sirvió para que este humilde escritor imitara sus accesibles goles en el patio del colegio) pero no pudo mantenerse y, tras un breve paso por la Real, volvió a México, de donde ya no saldría hasta su retiro. Esta querencia del jugador mexicano por su país es otro punto llamativo. De los 22 futbolistas convocados a USA 94, veinte actuaban en su campeonato, fuera de Europa. Lejos de la élite. Tras superar la liguilla más igualada que se recuerda en una fase final, México caía en penaltis ante Bulgaria. Aunque el conjunto de Stoichkov y compañía terminó siendo la gran revelación del certamen, el desencanto fue grande.
El Mundial de Francia fue, sin duda, el mes de Luis Hernández. El supercarismático delantero de la melena rubia se cascó una Copa del Mundo espectacular con 4 goles en otros tantos encuentros. El mexicano, muy conocido en su continente, jamás piso suelo europeo. Varios de sus compañeros sí acabarían haciéndolo pero, como ocurrió cuatro años antes, la práctica totalidad de la Tricolor actuaba en su país. Todos menos el excéntrico Jorge Campos… por entonces portero del Chicago Fire. México logró superar la liguilla con dificultades, pero volvería a caer en Octavos ante Alemania. Dieron guerra, pero un gol de Bierhoff en el último minuto los mandaba para casa. De nuevo una eliminación frustrante.
Los Mundiales de 1994 y 1998 trajeron dos eliminaciones dramáticas y muy, muy dolorosas
2002 arrancó el proceso de cambio para la Tri, con Javier Aguirre como figura importante. Cuatro futbolistas de los 23 que acudieron a Corea jugaban fuera de las fronteras mexicanas. El ariete referencia esta vez sería Jared Borgetti, que en efecto, tampoco dejaría nada destacable en su efímera aventura europea (19 partidos en el Bolton). México realizó una primera fase espectacular, liderando el grupo por delante de Italia, a la que estuvo a punto de ganar (gracias a uno de los goles de cabeza más alucinantes que se han podido ver). La ilusión se desbordó… por poco tiempo. Octavos de final trajo de nuevo la decepción. Estados Unidos, en esos días un fútbol incipiente, los echaba contra pronóstico. Otro palo.
Alemania 2006 fue fundamental para la visión actual del fútbol mexicano. Después de 20 años, un entrenador extranjero se hacía cargo de la Selección en un Mundial. Ricardo La Volpe, argentino de fuertes convicciones,El México de La Volpe, el más recordado de las últimas dos décadas generó una ola de optimismo con un juego alegre y de marcada tendencia asociativa. Aquel conjunto no sigue siendo recordado por sus resultados, pues los Octavos de final volvieron a ser barrera insalvable. Tampoco hubo un delantero al que relacionar con el campeonato, como ocurrió ocho años antes en Francia con Luis Hernández; lo que distinguió a México-2006 fue esa defensa de tres hombres formada por Carlos Salcido, Ricardo Osorio y Rafael Márquez, central del Barcelona. México fue el equipo más atrevido del torneo, lo que atrajo las miradas de eruditos como Pep Guardiola, del que se dice que tomó no pocas cosas de aquel colectivo. Los mencionados Salcido, Osorio (al que Pep elogió públicamente en un artículo), el mediapunta Zinha, un jovencísimo Andrés Guardado… México dijo al mundo cómo quería jugar. Eso sí, tampoco pudo esta generación dar el paso extra a nivel competitivo. Al contrario: se sufrió para ganar a Irán, empataron ante la débil Angola y perdieron con Portugal. El cruce contra Argentina sacó lo mejor de cada futbolista –a destacar la actuación legendaria de Márquez– pero, por enésima vez, el desenlace de Octavos acabaría en crueldad. Esta vez fue Maxi Rodríguez, en la prórroga, el que los mandara de vuelta con una volea difícil de creer. Y con su pierna mala.
Mexico hizo un fútbol exquisito en la Copa del Mundo 2006, pero tampoco se acercó a la victoria
Sudáfrica 2010 fue un regreso al pasado en medio de la globalización. Con el 40% del seleccionado jugando ya en Europa, volvió a ser un delantero, Chicharito Hernández, lo único que nuestra memoria rescata del papel de los norteamericanos en el Mundial. Tanto Vela, como Gio y el propio Chicharito han levantado expectativas futuras para la Tricolor. Sus trayectorias merecen un análisis. Los tres nacieron al calor del México lindo de La Volpe, con la personalidad del fútbol mexicano afianzada. Sin embargo, pese a suscitar alabanzas en el despegue de sus carreras, no han sabido estar a la altura: Hernández pierde toda la fuerza que tuvo hace dos temporadas en el United. En la reciente eliminatoria ante el Real Madrid no disputó ni un minuto. Gio, tras negársele el Camp Nou (mucha mala suerte), no ha sabido consolidar su talento en ningún lado. Incluso en Mallorca ha vuelto a tardar en arrancar. Vela, por su parte, vagó por la Premier hasta su reciente explosión en Anoeta. No son casos aislados. El futbolista mexicano tardó demasiado en frecuentar las grandes ligas. En él no arraigó la máxima competitividad porque durante veinte años no convivió con ella. Por el camino se dan episodios de renuncia a las convocatorias. México, como puede pasar con Argentina (salvando las grandes distancias) se convirtió en un entorno hostil a base de dos décadas de frustraciones. Messi, Higuaín o Mascherano lo digieren como pueden, porque nacieron en la élite. Para el jugador mexicano es mucho más complicado.
@SharkGutierrez 16 marzo, 2013
Algo está cambiando en México, pienso. Cada vez más jóven, cada vez más arriesgado. Ochoa, Gio, Vela, Chicharito.
Creo que a México, también le ha faltado un poco el "saber venderse". Sobre todo por eso que comentas David, de la falta de adaptación. La losa que supuso querer repetir actuación de 1986 en su Mundial, el querer forzar a base de saltarse etapas y la carencia de adaptación. Hablas de la Liga mexicana, pero es que solo allí y en USA (y no siempre) acaparan mercado centroamericano. Márquez y Salcido despejaron el mercado y cada vez la apuesta es más prematura por el méxicano. Supongo, que es para educarlo, acostumbrarlo y asentarlos; también para acostumbrar a México con una imagen más europea.