José Mourinho y Cristiano Ronaldo merecen momentos así. Instantes que, por su extrema claridad, obliguen a reflexionar sobre su impacto en el fútbol. Sobre lo que ambos son y hacen. Dicha pareja es coetánea del matrimonio más dominante que este deporte unió en 50 años, el del FC Barcelona y Leo Messi, el de una generación irrepetible de futbolistas y quien para muchos es el mejor de siempre. Era la repetición del Madrid de las 5 Copas de Europa adaptada al Siglo XXI, y así hubiera sido, o muy parecido, de no ser por los dos portugueses. Después de una historia mil veces contada y en la que todos vencieron -sin ellos el Barça nunca hubiera necesitado mejorar, y jamás hubiera alcanzado el techo que acarició-, ayer fue como el fin del argumento, con su último giro. Se constató que Mourinho es el dueño táctico del Clásico, que se juega como él quiere y que el Barcelona necesita una nueva jugada, una de aquellas ocurrencias de Guardiola que ojalá la vida descubra si Vilanova puede ofrecer. También cayó distinta la moneda del héroe. Cristiano Ronaldo hizo con el Camp Nou exactamente lo mismo que Messi hacía con el Santiago Bernabéu.
Y es que el Barcelona arrancó bien. Su estadio es único, modificó la atmósfera y exhaló un aire que sólo su equipo podía respirar. Emocionado por el clamor y picado contra su última imagen, algo feílla, inofensiva e insípida, salió al ataque como nunca hace: en 1 minuto y 24 segundos había chutado dos veces a portería, al estilo del Madrid, que se asustó. Fue cosa de empuje, pues ninguna de las dos jugadas (un cambio de orientación de Piqué hacia Iniesta y un 1 x 1 de Pedro contra Coentrao) tuvo una sola réplica en el resto del encuentro. Pero aquéllas acocotaron al Real, que perdía la pelota en cuanto la recuperaba, y así hasta poco antes del 5. Vamos, muy poquito tiempo. Entonces Xabi encontró a Cristiano y fue como sentir que pasara lo que pasara, el Madrid estaba al lado del gol. Que estaba a un envío, porque a Ronaldo nadie iba a poder pararlo. Los blancos descargaron tensión, se obligaron a dar tres pases tras cada robo y se hicieron con el encuentro, aunque no de manera tan rotunda como para cerrarlo a cal y canto. Tenía asuntos sueltos, y un rival claro delante. El Barça no pecó de confuso, sabía lo que quería: agredir. Simplemente, jugó peor que el Madrid. Pero bueno, durante una mitad se agarró a la noche por competitividad, orgullo y calidad. Estuvo.
Gonzalo Higuaín, poco atinado, fue el alivio que dio vida al FC Barcelona en el primer tiempo.
Daniel Alves aprovechó que C. Ronaldo nunca bajaba a cubrirle para crear algunas ventajasLos temas pendientes para Mourinho fueron dos, uno arriba y otro abajo. Higuaín estuvo tan mal que, pese a que la comodidad de su equipo fue obvia, dejó sensación de cierta igualdad en el primer tiempo. Con certeza, las posiciones de ataque del Real eran mucho más claras que las culés, pero no terminaba de crear la ocasión nítida; fallaba en el ultimísimo tramo: su «9» bien rompía la cadena de pases, bien no se desmarcaba hacia donde debía. En descargo del argentino hay que decir que ganó a Busquets y Puyol cada uno de los saltos, pero que le pregunten a Özil si eso compensó. El alemán no recibió ni un balón digno desde su ariete, por ejemplo. En otros días, el desgaste físico al que el Barça somete al Madrid suele restar precisión a los de Mourinho. Ayer no fue el caso. Por ahí no se salva el Pipita. Enfrente, el Barça replicaba por dos vías. La personal, la genialidad de Iniesta, si bien casi ninguna desembocaba en pase, todas en chut, y ahí él falla. La táctica, la subida de Alves. El Madrid defendió en 4-4-1-1, con Ronaldo en la línea de medios. No bajaba, Alves lo aprovechaba y así ganó varias posiciones muy jugosas. Eso sí, sólo una acabó en ocasión. La falló Cesc, chutando al aire. Rúbrica a su aportación.
En el descanso habló Mourinho, que no tuvo respuesta, porque enfrente no había homónimo. Lo que hizo el magistral técnico fue cambiar su sistema defensivo: pasó a 4-4-2, liberó a Ronaldo e involucró a Özil en el mediocampo, dando a Alonso y Khedira más libertad para influir en las bandas (en este artículo analizamos el ajuste). Al tiempo que ató a Alves, activó a Özil, pues lo acercó al balón y dejó de depender del feedback de Higuaín. Mesut anuló la posible reacción culé. El turco-alemán es una tortura para el Barça porque no se trata de fútbol solo. Es un puñetazo al ego del equipo. Le cae bien a todo el mundo, es mortalmente bonito, asociativo y su truco es no perderla. Como si el Barça fuese una reina-bruja, le preguntase al espejo y éste le dijera que Özil es la más bella del lugar. Le descentró. Además, la nueva disposición permitía al Madrid jugar con su «doble falso 9″, abriendo a uno a cada lado, y encontrando situaciones de igualdad numérica en cada contra. El 0-2 es así. El pelotazo lo da Khedira, pero no hay azar en la posición de los puntas blancos. Y técnica y físicamente, hoy por hoy, son más que los defensas del Barça. Fue un gol muy consecuente.
Xabi Alonso, gracias a sus compañeros, completó un gran partido, superando sus problemas físicos.
Olvidando el reloj y yendo a lo general, Xabi y Xavi dieron para una reflexión. Los dos son brutales, y ambos conservan su esencia, pero están lentos. Al primero le acompañó su equipo; al segundo, no le dieron nada. Alonso se valió de la superioridad de los suyos para exhibir su sobresaliente calidad táctica y, salvo en un par de jugadas en las que sí le apretaron, su excelsa visión de juego. Creó peligro. Xavi, por su parte, no pudo ni chutar, ni dar una asistencia medida. En el fútbol nunca hay culpables. Es un deporte colectivo. Con un gran Barça, ayer Xavi deja algo. Con un mal Madrid, ayer Xabi es una losa. Todos dependen de todos. La ya comentada actuación de Higuaín y el 1-3 final también es una buena prueba de ello. Saltan veintidós.
Más jugadores merecerían un comentario. Busquets, por ejemplo, a quien hay que defender. Fue rebasado, fue una evidencia, pero es imposible para un único futbolista hacer el trabajo de tres. Cada vez que el balón va a una banda, es Sergio quien acude, ya sea la izquierda o la derecha, porque la implicación defensiva de sus interiores es mínima. Antes era viable, ya que la calidad de la posesión era sublime, todos se juntaban arriba, apretaban al unísono tras perderla y se recuperaba al instante. Pero ahora, que hay que correr para atrás, uno sólo no puede, se llame Busquets o MakeRijkaard el Omnipresente. De sufrir bien supieron más Coentrao y Di María. El luso tiró de oficio para cubrir la consentida pereza de Ronaldo, saliendo vivo de 2x1s y cosas peores. El argentino recuperó su pasaporte suizo y volvió a ser una navaja. No trabajó sobre Alba, curró sobre toda esa zona. Y con pelota no metió ni uno de sus pases-catapulta. Ángel marcó diferencias.
Lionel Messi, que no está bien, culminó su semana más negra desde que se convirtió en leyenda.
Y para el final quedaron Messi y Varane, que servirán de despedida. Parece irrebatible que Leo está regular, y que el Barça no está sabiendo asumirlo. El «10» ha sido durante 5 años un auxilio incluso en los minutos más imposibles. Cogía la pelota sin ninguna ventaja y le daba la vuelta a todo. La tranquilidad del Barcelona no se cimentó solo en su posesión, sino también en el saber que tenía a un tipo que iba a resolver casi en base a nada si procedía, y que en las pocas veces que fallaba, se quedaba a un palmo. Sin este factor, el equipo azulgrana se muestra histérico al menor problema. Messi va a volver, porque es especial, pero no sabemos cuándo, y el Milan está en la esquina. O Leo llega a tiempo, o el Barça cambia algo, pero ésto así no tira. En la otra acera está Varane, el único hombre sobre la faz de la Tierra que debe creer que Leo no es tan bueno, porque se la ha quitado siempre, en ventaja y desventaja. El chico es increíble, impoluto, parece perfecto, pero lleva un mes, y el fútbol es complicado. No es momento para emitir juicios concluyentes. Ni sobre Raphaël ni, por descontado, sobre el Real Madrid, que ayer jugó muy bien, tras muchas noches malas. Old Trafford plantará batalla. Que nadie se vuelva loco. El fútbol, por dentro, es templado.
JuanBoccadoro 27 febrero, 2013
Creo qe esta vez paso lo qe pudo pasar en muchos otros clasicos anteriores, pero por x motivo (tiros libres de messi, errores fatales de pepe) no paso.
Me refiero a una victoria comoda, holgada y con jerarquia del madrid.
Varane.. Es increible qe me haga dudar si jugar con el, con pepe o con ramos, tiene solo 19 años y es impecable, y encima tiene el atrevimiento de meter 2 goles, de irse de messi en un despeje (sabiendo lo peligroso qe seria perderla en los bordes del area).
Yo es que quiero ser prudente y no precipitarme con Raphael, pero verlo cortando jugadas yendo al piso con sus largas piernas es como mucho.
Cristiano.. Es incontrolable, no digo imparable (que si es posible), esta hecho un señor, un lider, un faro, esta en el punto en qe se siente amo y señor del partido, de las situaciones. No se si significara algo, pero creo qe deberia tomar el mando del madrid, ser el capitan.
Y bueno, recalcar el partido de di maria que fue trabajadisimo y acertadisimo.
Respecto al barcelona, es evidente que xavi no esta para estos niveles de exigencia…pero thiago si? Yo lo dudo, ni siquiera creo en thiago como proyecto a futuro, y xavi necesita ayuda ya. Lo mismo con los centrales, puyol ya esta grande, no tienen recambio en algunas posiciones. Es una mala planificacion de la plantilla segun mi criterio.
Y no es qe las alarmas se disparen ahora, creo qe esto ya se sabia de antemano.
Lo del 9 del madrid, es cuanto menos preocupante. Yo a un tipo como benzema por mas calidad qe tenga no lo quiero para mi plantilla.