La noticia fue acogida con estupor en la ciudad. «¿Sabes a quién ha fichado el Xerez? ¿Schuster? ¿Pero todavía juega?» Su retirada del circuito profesional, tan solo cuatro años antes, todavía estaba fresca en el subconsciente del aficionado. Después de todo, como futbolista su huella fue profunda en nuestro país: jugó en los tres clubes más relevantes y en todos ganó títulos. Pero no, su llegada a un modesto equipo del sur ya nada tenía que ver con el césped y las botas. Aterrizaba como técnico, y ahí faltaban referencias. Su trabajo en la segunda división alemana había sido bueno, pero de aquello tenían constancia unos pocos. Se abría su etapa en los banquillos españoles. En cada uno exhibiría muestras de su talento (no sin altibajos), pero en ninguno fue algo tan íntimo y personal como aquel debut en la tierra de la Bulería.
Bernardo, como iban a llamarle a partir de ahora, siempre fue amigo de los problemas. Le gustaba crearlos y gozaba en compañía de la polémica. Solo así se explica su renuncia a la poderosa selección alemana o el inefable capítulo de la final de Sevilla. Bajo esta peculiar personalidad, no sería de extrañar que aquel mediático exilio al que fue sometida la entidad le motivase. El Xerez ejerció de local por diferentes pueblos de la provincia. Lo nunca visto. Sin embargo, la noticia pronto dejaría de ser asunto geográfico. El equipo era prácticamente el mismo que logró el ascenso desde Segunda B, pero las formas eran muy diferentes. Schuster arrancó la pretemporada con muy malos resultados. La causa, un dibujo táctico extrañísimo.
Hablando de números, la cosa sería más o menos un 3-4-2-1. Vaya por delante la diferenciación con el 3-4-3 estilo Ajax, porque rigidez y juego posicional allí había poco.El rubio debutó con un sistema ultraofensivo Tres defensas, bien abiertos, que iniciaban juego y corrían con la pelota o la sacaban jugada. Por fuera, carrileros que no tenían nada de defensas en la mayoría de los casos. O eran centrocampistas o directamente extremos reconvertidos. Una doble mediapunta y arriba el nueve. ¿El doble pivote? Basta con decir que muchas tardes, el rollizo y carismático Viqueira ejercía de elemento más retrasado en el campo. Tras un primer año donde se rozó el milagro de la máxima categoría, la segunda campaña sería la de la exaltación total de su idea. Un conjunto ultraofensivo, con predominio absoluto por la técnica. El ascenso volvió a escaparse, pero el reconocimiento general estaba ahí. “Nunca vi jugar así a un equipo en Segunda División”, manifestó algún colega de profesión. Enamorado, Bernd abandonaba Jerez, una tierra embelesada por el mejor fútbol de su humilde historia.
Schuster aprovechó Jerez para dejar claro qué fútbol le gustaba
Schuster aprovechó el impacto de su estancia en el Xerez para recalar en el Shakhtar Donetsk y más tarde en el Levante, proyectos que no acaban bien para él. Echa de menos ese ambiente familiar y un perfil futbolístico más acorde a su manera de sentir. Quizás por eso no dudó en aceptar la oferta del Getafe. Allí, su labor fue fundamental para consolidar el ciclo mágico del cuadro madrileño. Schuster comenzó a definir su personalidad, su buen gusto por el balón. Nombres como Contra o Vivar Dorado recuperaban la alegría por el juego a la vera del “ángel rubio”. El Geta vivió noches únicas y descubrió que podía jugar finales. De nuevo marchaba exitoso, hacia el destino más exigente.
Y llegó el Real Madrid. Es posible que la Casa Blanca destapara sus limitaciones, pero también expuso sus muchas cualidades y su paladar por las piezas más especiales. En medio de decepciones y lamentos por lo que era y lo que no, nadie mostró más cariño por Robinho y su magia. Alrededor de Diarra, su único mediocentro serio, exprimió con más constancia que nadie la locura de Guti y la esquizofrenia de Gago. Arrasó en Liga, pero Europa puso asterisco a su conquista. Ese verano sufriría el hurto de su juguete favorito, sin el que nada sería igual. Perdió la ilusión y hasta hoy no la recobró. Ojalá lo haga pronto. A poder ser en nuestro campeonato. Es su sitio.






Kundera 5 febrero, 2013
El fútbol, hasta ahora, ha sido injusto con Bernd. Y, en algún momento, le va a retribuir. Ojalá sea pronto. Yo le quiero ver en cualquier lado YA.