Había miedo. El Málaga CF-Real Madrid era uno de los partidos grandes; uno de los muy señalados cuando el calendario fijó su fecha; y no parecía llegar en el momento ideal. Siete días atrás el Real había sentido por primera vez, y ésta de verdad, que no podía ganar la Liga. Muy duro; aunque quizá no tanto como la noticia que golpeó al Málaga el viernes pasado: el anuncio de que el próximo año no paseará su juego por Europa, haga lo que haga sobre el verde de aquí a verano. Por suerte, los banquillos están ocupados por José Mourinho y Manuel Pellegrini, dos líderes capaces de tocar la tecla que activó a 28 profesionales de los pies a la cabeza. La Rosaleda acogió uno de los mejores encuentros de la temporada, tal y como debía ser.
La noche abrió con dos novedades. La primera, técnica y emocional, la suplencia de Iker. Casillas es uno de los pocos porteros que en 17 jornadas no había dado a su equipo un solo punto objetivo. También uno de los que más goles evitables ha encajado. Su año es malo, si bien Adán no parece, al menos de momento, portero para un Madrid. En lo anímico, la mediática noticia tuvo efecto neutro o positivo sobre el grupo. Desconocemos qué tal hubiera salido con Iker; sin él, salió a arrasar. Así lo hizo contra un Málaga que ofrecía una jugosa sorpresa táctica, el 4-3-1-2. En esta casa nos hemos esforzado por transmitir que la decisión entre doble pivote y rombo nunca ha sido interpretada por Pellegrini como el modelo defensivo contra el ofensivo, sino que dependiendo de si el contrario inicia el juego hacia dentro o hacia las bandas opta por la primera o la segunda variante. El Real es de salida mixta, por lo que Manuel debía escoger, entonces sí, entre la calidad de Iturra para el balón dividido o la ayuda de Portillo para sacar el balón de atrás. Jugó el joven canterano, y por lo tanto formaron en rombo.
Camacho fue desbordado por un Cristiano Ronaldo colosal.
La historia fue la de un equipo dotado pero inferior exigiendo al superior su mejor versión. En cada bajón, el chico tomaba el mando. El MadridA Pellegrini le faltó ajustar la marca sobre Xabi Alonso no cedió al principio. Su lectura fue óptima. Eliseu y Portillo, interiores, ocupaban la altura de Isco en lugar de la de Camacho, sin duda con la intención de penar una salida de pelota blanca que sin Coentrao o Marcelo no es correcta. Sin embargo, la calidad defensiva de esa línea de tres era insuficiente para secar a Xabi, que lograba filtrar una y otra vez hacia Ronaldo, Özil o Di María, que machacaban las caderas de Camacho. Según el prejuicio, el Real estaba demasiado partido; según la calidad de sus futbolistas, estaba unido por el pase entre líneas de Xabi Alonso y el magnífico instinto posicional de sus mediapuntas. Giraba al Málaga sin compasión. Como era profundo podía defender arriba, y la ayuda de Portillo no era suficiente para superar a un Khedira que tiranizaba la segunda jugada como en sus mejores días. Sólo el apoyo de Isco es un recurso desequilibrante para los de Pellegrini en estas situaciones de agobio. Que él baje, reciba y drible. Como el chaval no está, porque no está, no trenzaban. Pese a todo, no le perdían la cara al choque. Es más, a poco que Alonso erró dos pases subieron líneas y tomaron el mando durante un ratito. Sin peligro, pero con personalidad. Pellegrini sabía que la hípersensibilidad del Madrid le iba a dar opciones. Su rival no iba a tener 90 minutos regulares. Si resistía, su hora iba a llegar.
Y resistió. Al descanso, 0-0. Cuatro fueron los motivos principales. El primero, Willy. El segundo, Demichelis, que hace abajo lo que JoaquínEl Micho batió a Benzema en la frontal y en el área de Willy arriba: disfrutar de sus últimos días perfectos. El argentino orientó su juego más a la rectificación que a la anticipación; algo arriesgado teniendo en cuenta la soledad de Camacho por delante de él; aunque quizá su edad ya no le permite otra cosa. Lo cierto es que devoró a un Benzema activo pero lentísimo en la ejecución. No hay que olvidarse de otro argentino, Saviola, a quien el Málaga se agarró media aventura como al saliente en la montaña. Él siempre es el pico del sistema, si bien ayer anduvo por detrás de Joaquín, y mucho más centrado. Todo lo que superó a Khedira le llegó al Conejo, que lo administró sin fallo, rompiendo el ritmo del Real y dando oxígeno a su amigo Demichelis. No obstante, el motivo troncal del 0-0 fue, de nuevo, la imprecisión del Madrid en el remate. Ronaldo por dos veces, Di María y Pepe la tuvieron, sin éxito. En plena vorágine crítica hacia el equipo de Mourinho hay que señalar que su juego no es, ni de lejos, para estar a 16 puntos del líder, y que cuesta horrores, si es que es posible, recordar a un campeón al que todos, todos, los detalles le hayan sido tan esquivos. Porque, cómo no, en el 47´ el Málaga tuvo su primera ocasión e Isco la clavó. Gran gol.
Mourinho es uno de los activos menos entonados del Madrid.
Lo que diferenció este traspiés blanco de otros fue la grandeza de su rival. Qué equipazo es el Málaga. Es incomprensible su madurez, su competitividad, su reflexión. La precipitación del Real ayudó, sí; fue otro de esos famosos instantes «¿pero qué he hecho yo para merecer esto?». La prueba, y es curiosa, fue la mala lectura de Ramos y Pepe cuando los locales ganaban línea de fondo. El Málaga es un equipo de pase atrás, que usa las bandas para bajar pulsaciones, juntar amigos, atraer rivales y descargar con eso, con un pase atrás. Sin embargo, Pepe y Ramos, los reyes del acoso, protegían la línea del centro en vez de la de la muerte. Conociendo la trayectoria de Mourinho no cabe cuestionarse el trabajo sobre esta jugada. Seguro fue positivo. Pero el Madrid estaba fuera, y Joaquín es espectacular.
Los cambios de Mourinho están pareciendo muy dramáticosDonde Mourinho sí parece estar fallando y pesando para mal es en la dirección de campo. Su equipo no la recibe bien, ni cuando gana ni cuando pincha. Ayer, Callejón por Arbeloa justo cuando el Madrid recuperaba el pulso y volvía a someter al Málaga. El cambio, en fútbol, no aporta demasiado. José es delantero, pero no es hábil con el balón; y al espacio es incompleto: genial hacia el portero, corriente sobre la banda. Se puede interpretar como un mensaje ofensivo y optimista a su grupo, pero no parecía necesitar ningún estímulo en ese momento. En defensa, la sustitución fue la muerte. Pellegrini mandó para allá a Joaquín y se hizo con el choque. Todavía insatisfecho, el técnico malaguista remató la faena poniendo a Iturra -que entró por Portillo- a trabajar segundas jugadas en ese lado, cerrando la salida hacia Ronaldo, que es la buena. Menos se entendió así que Mourinho prescindiese de un Di María que estaba jugando su mejor encuentro en meses, y que atacaba el perfil más descargado. Lo de terminar con Ramos de delantero centro afeó aún más su noche. A la del Málaga no le quitó ni una pizca de gloria.
NRG 23 diciembre, 2012
Cuando no hay espacios el equipo de Mou está siendo previsible y vulgar durante toda la temporada…..y lo de los últimos minutos ya es de traca. Siempre lo mismo. No hay juego cuando va por detrás en el marcador y quedan 10-15 minutos. NUNCA. Y ya son demasiadas veces. Manda a Ramos al área y pelotazo tras pelotazo. Yo creo que ni dirección de campo ni preparación del partido…..¿Alguien puede pensar que Essien y Callejón están para tapar las bandas de la Rosaleda? ¿Qué el Madrid arrancó bien? Las etapas hay que culminarlas…..no vale pedalear como un poseso los primeros kilómetros si luego te entra la pájara.