Los Leones de Lisboa | Ecos del Balón

Los Leones de Lisboa


«Y ahí estaban: Fachetti, Domenghini, Mazzola. Todos medían metro ochenta, con sus bronceados Ambré Solaire, sus sonrisas Colgate y el pelo engominado. Incluso olían bien. Y por el otro lado estábamos nosotros, una panda de enanos. Yo casi no tengo dientes, a Bobby Lennox también le faltan y Ronnie Simpson no tiene ninguno. Los italianos nos miraban y nosotros les dábamos nuestra mejor sonrisa. Parecíamos salidos del circo», Jimmy Johnstone.

Los «Lisbon Lions», como serían bautizados por los hinchas portugueses tras la final de la Copa de Europa en 1967, son sin lugar a dudas el mejor equipo de la historia del Celtic de Glasgow. Un equipo histórico, que se convirtió en el primer campeón de Europa británico y que sólo 3 años más tarde estuvo a un paso de conseguir otra vez el éxito llegando a la final ante el Feyenoord de Rotterdam. De hecho, se formó una base que mantuvo al Celtic como una potencia europea hasta mediados de los 70. En su temporada más gloriosa, 1967, ganaron todos los torneos en los que participaron: Liga, Copa, Copa de la Liga, Copa de Glasgow y Copa de Europa. La particularidad más llamativa de este equipo era que todos los jugadores del equipo habían nacido en Glasgow o sus cercanías. Bajo las órdenes del mítico Jock Stein, el equipo escocés practicaba un fútbol que buscaba siempre el ataque. Un ataque desaforado. El propio Johnstone lo definiría como «parecido al estilo holandés, pero más rápido». Era un conjunto fenomenalmente vertical.

Durante los años 60, el fútbol escocés vivió un renacimiento muy interesante. La selección estaba plagada de grandes jugadores, y practicaba un fútbol ofensivo, basado en la capacidad de Jim Baxter para organizar el juego y el poderío que le daba en la punta del ataque el Balón de Oro de 1964, Dennis Law. De hecho, en ese año 67, Escocia derrota a los campeones del mundo, Inglaterra, en Wembley. En este contexto, encaja este equipo del Celtic, el Dundee semifinalista de Copa de Europa en 1963 o el propio Rangers, que llegó a dos finales europeas. Además, jugadores como Alan Gilzean, Billy Bremner o Dave Mackay fueron algunos de los hombres más influyentes del fútbol británico durante esta década.

El camino hacia la final de la Copa de Europa estuvo plagado de desplazamientos complicados

El Celtic, ya campeón escocés, comenzó su aventura en la máxima competición continental venciendo al FC Zürich por un global de 5-0, con Tommy Gemmell y Steve Chalmers destacando por su capacidad goleadora, algo que será habitual durante toda la aventura europea. Comenzaban a notarse signos de declive latino en la competiciónEl Celtic cayó en Novi Sad ante la Vojvodina, pero logró remontar in extremis en Celtic Park –tras diez años de dominio total-, y a ello colaboró el Celtic cuando venció al Nantes, campeón francés, en los octavos por un clarísimo 6-2, que no dejó lugar a dudas. En cuartos de final hubo que viajar a Yugoslavia para enfrentarse a un conjunto que había roto la hegemonía de los clásicos grandes del país, la Vojvodina liderada por el atacante Sylvester Takac, y que había eliminado al campeón español, el Atlético de Madrid. Los españoles habían usado el ya conocido truco de ceder la recaudación total a los yugoslavos para jugar el desempate en el Calderón, pero ni por esas pudieron con un Takac que estaba en el mejor momento de su carrera, y que fue artífice de que la Vojvodina remontase un 2-0 adverso. Así pues, el Celtic viajó a Novi Sad y sufrió la tan temida encerrona yugoslava, jugando en una caja de cerillas y con un ambiente hostil –siendo muy condescendientes-. Stanic hizo el 1-0 que significaba la primera derrota en Europa, pero quedaba la vuelta, y Celtic Park debía ser una caldera. Lo fue, como lo fue el Calderón anteriormente, algo que no amilanó para nada al conjunto balcánico. No fue hasta el último minuto de partido que Billy McNeill, el fantástico líbero escocés, marcó el gol que, junto al que anteriormente había conseguido Chalmers, metía a los Bhoys en semifinales.

En esta ronda, se confirmaba lo que apuntábamos anteriormente, y ya no quedaban equipos latinos. Celtic y Dukla de Praga se eliminarían en una de las semis, mientras el gran favorito, el Inter de Helenio Herrera, haría lo propio con el rocoso CSKA de Sofía. Los checos, el club del ejército, contaban con algunosEn el camino hasta la final de Lisboa, el Celtic acumulaba 15 goles a favor y 4 en contra de los mejores jugadores del país, entre los que se contaban el extraordinario guardameta Ivo Viktor y el Balón de Oro de 1962, Josef Masopust. Sorprendentemente, en la ida en Glasgow, el Celtic desarboló completamente al Dukla, especialmente en la segunda parte, donde Johnstone marcó diferencias ante el marcaje al hombre de Novák. 3-1, un buen resultado para viajar al Estadio Juliska de Praga. Jock Stein, planteó en la capital checa un partido en el que McNeill ejercía de líbero a la holandesa -o a la yugoslava, según se mire, ya que Velibor Vasovic era el mayor representante de este rol-, jugando por detrás de un marcador, pero con libertad para subir, ya que Murdoch le cubría perfectamente. Los checos fueron incapaces de perforar la meta del veterano Ronnie Simpson, y por primera vez, el Celtic –y un equipo británico- alcanzaba la final. Durante las eliminatorias marcaron 15 goles y sólo recibieron 4, ganando todos los partidos menos dos, derrota ante la Vojvodina en Novi Sad y empate en Praga ante el Dukla. Aún así, el Inter del gran Helenio Herrera llegaba como clarísimo favorito –a pesar de haber tenido que recurrir a un desempate para tumbar al CSKA-. De hecho, como curiosidad hay que señalar que un sólo jugador del Inter cobraba más que todo el once inicial del Celtic.

Se fueron como meros jugadores de fútbol, volvieron como leones legendarios.

El partido se celebró el 25 de Mayo de 1967 en el Estadio Nacional de Lisboa, Portugal. Dado que en ese estadio jugó muchos partidos el Sporting de Portugal, que visten exactamente igual que el Celtic y son apodados «Os Leoes», la asociación de ideas bautizó al conjunto de Jock Stein como los «Lisbon Lions». El once inicial del Celtic estaba formado por: Ronnie Simpson en la portería, Jim Craig en la derecha, Tommy Gemmell –el Facchetti escocés- en la izquierda, John Clark y el capitán Billy McNeill –que pugnaba con Bobby Moore por ser el mejor líbero del Reino Unido- en el centro de la defensa. Bobby Murdoch y Bertie Auld sujetaban el medio del campo, mientras que en ataque estaban el pequeño diablo Jimmy Johnstone por la derecha, William Wallace y Steve Chalmers como puntas de lanza, y Bobby Lennox, la mayor leyenda del Celtic, como extremo izquierdo, tirando sus peligrosas diagonales, que tanto goles le reportarían. El Inter por su parte formaba con Giuliano Sarti, Tarcisio Burgnich, Aristide Guarneri, el capitán Armando Picchi, Giacinto Facchetti, Giancarlo Bedin, Sandro Mazzola, Mauro Bicicli, Angelo Domenghini, Renato Capellini y Mario Corso entrenados por Helenio Herrera, que echaba en falta –y más que lo haría- a Jair da Costa y Luís Suárez.

El partido empezó perfectamente para los italianos cuando Jim Craig cometió un penalty sobre Renato Capellini que transformó Mazzola en el minuto 7. El choque estaba donde los italianos querían. Podían plantar el magnífico catenaccio que los equipos de Helenio Herrera ejecutaban con tanta maestría. Pero el equipoEl Inter de HH, muerto psicológicamente, no pudo frenar el arsenal ofensivo escocés no parecía estar en su mejor momento y para colmo no contaban con la explosión de fútbol ofensivo que ofrecería el Celtic, liderado por el enorme –futbolísticamente hablando- Jimmy Johnstone, que llegado el momento masacró sin piedad a un decepcionante Facchetti. Para muestra, un botón: el Inter disparó 2 veces a portería a partir del gol y no forzó ningún córner. El Celtic disparó 20 veces al marco de Sarti, y otras tantas fuera. El empate del Celtic llegó en el minuto 63 cuando Craig se resarció del penalty asistiendo a Tommy Gemmell para que el potente lateral zurdo perforara la portería milanesa con un fuerte disparo. Stein le insistía en que jugase como Facchetti, y desde luego, hubo momentos en que la copia escocesa superó con creces al original italiano. Ya con el final del partido muy cerca, y el Inter muerto físicamente – y también psicológicamente-, Billy McNeill encontró un espacio para disparar y soltó la pierna. Steve Chalmers pasaba por allí y desvió el balón lejos del alcance del portero italiano, dando la ventaja definitiva al equipo escocés: ¡Campeones de Europa!

Era el comienzo de la época dorada del Celtic, donde no solo dominó Escocia con mano de hierro, sino que se hizo sentir en el plano internacional. El equipo de Jock Stein, perdió la Intercontinental de ese año ante Racing de Avellaneda, en la primera de las violentísimas finales que los representantes sudamericanos plantearon en esta época, y que estuvo a punto de acabar con la competición. El Celtic ganó en Escocia, pero sufrió una encerrona en la vuelta en Argentina, y aún más en el desempate en Montevideo, donde se vio una auténtica batalla campal, con tres expulsados escoceses y dos argentinos, pudiendo haber sido bastantes más. Stein multó severamente a sus tres expulsados. Racing premió a los suyos. Lo peor estaba aún por venir, y lo sufrirían United y Milan contra el Estudiantes de Osvaldo Zubeldía.

Pero, a pesar de este revés que supuso para el club el no ser capaz de refrendar su dominación internacional, el Celtic no desapareció, no fue flor de un día. Debemos reconocer que su defensa del título fue nefasta –de las peores de la historia, de hecho-, cayendo en la primera ronda del año 68 contra el Dinamo de Kiev de Viktor Maslov, pero para el año 69 se alcanzaron los cuartos de final –siendo sólo eliminados por el posterior campeón, el Milan, en una eliminatoria muy ajustada por 1-0 -, y tres años después de la final de Lisboa nos encontramos de nuevo a los «Leones» en la final, tras eliminar a Basilea, Benfica, Fiorentina y Leeds United. Fue precisamente esta semifinal, contra los de Don Revie, la que paralizó a Europa: La Batalla de Gran Bretaña. Los dos grandes favoritos para ganar la competición. Para Jock Stein fue tan dura que, al ganarla, la sensación generalizada era que ya eran campeones. Ni mucho menos, de la mano de Ernst Happel, el Feyenoord era en este momento la cabeza visible del emergente fútbol holandés, y en San Siro, se coronó campeón de Europa al remontar el gol de Gemmell por medio de Rinus Israel y Ove Kindvall.

Tras la final del 70, el Celtic continuó dando guerra en Europa, pero conforme los años pesaban en sus Leones lisboetas más se difuminaba su presencia -aún quedaría una histórica semifinal contra el Atlético en 1974-, aunque nada podría ya empañar su leyenda.

 

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7 comentarios

  • Victor_Acosta 7 noviembre, 2012

    Me encantan estos artículos que nos permiten conocer la historia de este magnifico deporte, muchisimas gracias Vilariño

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  • @migquintana 7 noviembre, 2012

    Maravilloso, Sergio.

    Completar ''No hay imperio eterno'' con este artículo es absolutamente genial. La presión que debió sufrir el conjunto del Inter antes y durante el partido es algo que el Celtic no iba a desaprovechar, ni mucho menos. Conociendo un poco la historia y el genial personaje de Jock Stein, esa final sólo iba a poder terminar de esa forma: con victoria.

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  • @DavidLeonRon 7 noviembre, 2012

    "En su temporada más gloriosa, 1967, ganaron todos los torneos en los que participaron: Liga, Copa, Copa de la Liga, Copa de Glasgow y Copa de Europa. La particularidad más llamativa de este equipo era que todos los jugadores del equipo habían nacido en Glasgow o sus cercanías"

    Y la Ley Bosman dijo basta. Aquella sentencia cambió el fútbol. Nos dio un mejor nivel en los partidos más grandes, incluso mucho mejor nivel, pero también nos quitó cosas. Y no pocas.

    PD. La verdad que de la historia de Celtic no tenía ni idea, así que se agradece, señor Vil.

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  • @SharkGutierrez 7 noviembre, 2012

    Dos palabras: Jimmy Johnstone. Infravaloradísimo pero era el gran pilar de ese Celtic que comenta Quintana. Junto a Bobby Moore, quizás el mejor jugador del Celtic de la época.

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  • TomasMartinez 7 noviembre, 2012

    Gran entrada, maestro Vilariño. Precisamente iba a hablar yo de Jimmy Johnstone, como hace Shark. Últimamente en Fiebre Maldini han pasado varios vídeos del Celtic de esa época y a mí me tiene maravillado. No lo he visto jugar jamás un partido entero, pero en una época de tanta dureza (diría que estuvo en la famosa semifinal entre Atleti y Celtic del 74) y siendo tan pequeño y habilidoso, llama muchísimo la atención.

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  • @SVilarino 7 noviembre, 2012

    @DavidLeon

    No deja de ser curioso el bienio 66-67. Los cuatro finalistas de Copa de Europa juegan con todo nacionales (Real Madrid, Partizan, Celtic e Inter), y en el 67, los semifinalistas (Dukla y CSKA Sofia), también. Es algo muy muy difícil de ver.

    @TomasMartinez

    A Johnstone le daban duro, pero no era él (ni ninguno de sus compañeros del Celtic), un tipo que se arredrase. El detalle de los dientes que sirve como anécdota al inicio del artículo es bastante significativo ^^

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  • @SVilarino 7 noviembre, 2012

    @DavidLeon

    La Ley Bosman nos dio más nivel en los partidos grandes -a veces-, que son muy pocos. Y nos robó mucho muchísimo de los pequeños, que son la gran mayoría. Has sido algo malísimo para el fútbol y punto.

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