El fútbol permite que el Celtic Park se llene de gente convencida de que el Barça de Messi es un igual. Encima, fortalece su fe con la casualidad puntual. Es perfecto, sin la necesidad de ser justo. Los primeros 45 minutos de los azulgranas fueron crema, sin matices. ¿Que el estilo de los de Glasgow les viene de cine? Sí, pero también era así hace 15 días y el Camp Nou vivió un encuentro más preocupante que divertido. Sobre el césped, el buen juego siempre se debe a quien lo produce; el contrario solo puede regalar una victoria, que no es lo mismo. El inicio de la segunda mitad fue un tropiezo, el nivel descendió, y fue aun a menos en el último tramo del choque. El jugador que define la historia completa es Xavi. En cada uno de los capítulos tuvo una posición diferente, sin modificar ni su estatus ni su presencia: dueño y siempre. Convenció a los verdes vestidos de corto, pero no pudo con los de largo. La victoria fue de la grada. También de Fraser Forster, Efer Ambrose y Victor Wanyama.
Capítulo primero, «El Retorno del Rey». El Celtic FC no se metió atrás desde el arranque; fue invitado a encerrarse y aceptó la propuesta. LoXavi, de interior derecho, jugó como cuando era invencible, pese a perder hicieron Messi y Alexis, y Xavi e Iniesta. Los dos interiores recordaron tiempos felices y olvidaron el doble pivote, favoreciendo la creación de triángulos y, por lo tanto, la batida de líneas. Con Xavi por delante del mediocentro, el casi siempre negativo pase horizontal se extingue o se minimiza, y el balón es más fuerte. Además, Alexis por dentro recibía bastante y bien, eliminaba pares con sus controles orientados y conseguía acelerar los lances. El Barça jugó muy rápido, muy fluido, y sin perder control. La inercia era imparable, y Neil Lennon ordenó el paso atrás: El 4-4-2 se convertía en un 44-2, digamos, y con las líneas estrechitas, estrechitas. Los laterales del Celtic estaban muchísimo más cerca del punto de penalty que de la raya de banda. Y jugaban bien en lo que les tocaba, aunque no pudieran detenerlo.
Xavi era el mejor entonces. Estando muy arriba era el más retrasado del circuito del balón, la posesión era segura y mezclaba la pared virtuosa con el alivio que daban por fuera Alba y Alves. El catalán lo bordó. Recibía solo, pero solo en plan Bruce Willis, y lo que hacía era conducir y acercarse a su defensor natural, provocándole hasta que éste se separaba del bloque, iba a por él y generaba el huequecito. Ahí Alba daba el pase atrás y el receptor tenía más margen que antes de la maniobra del ex-ché. Alves, en cambio, sí centraba del tirón, como cuando se las ponía a Kanouté y Luis Fabiano. El 1,70 aproximado de los puntas culés dio para un poste y muchas decepciones. Ambrose se hizo grande en ésas y en las otras, Wanyama en los rechazos y las salidas y Forster en todo lo irresoluble. Y en una jugada aislada, el Barça demostró que está tan mal como el peor en la defensa del balón parado. Es un flan cada vez que le botan un centro. 1-0.
Tito metió gol por juego, y la falta de juego le alejó del gol.
Capítulo segundo, «La Comunidad del Anillo». La inspiración técnica de los defensas escoceses minó la moral culé. Hubo cambio de plan. En busca del gol, Alexis ganó metros y cedió la mediapunta a Pedro e Iniesta, que se cerraron y dejaron de lado la movilidad lateral que tantas puertas había abierto. A su vez, cerraron la de Xavi hasta el paraíso, y el balón bajó un peldaño de la escalera, porque Xavi se retrasó. Los centrocampistas del Celtic ganaron más peso que sus centrales y descubrimos que a Wanyama, supuestamente, lo quieren Ferguson, Mancini y Di Matteo. Eso salió al poner su nombre en el Google. Si un físico así sabe esperar el fallo e ir a propiciarlo cuando debe, y lo hace en el mismo partido, algo tiene. Con balón supo cómo y cuándo, también. Los de la comarca más verde vivieron todo tipo de peligros, pero se salvaron y se hicieron famosos.
Capítulo tercero, «Las Dos Torres». Song jugó tan mal que Tito no tuvo más remedio que quitarlo. Estaba forzada a ello. Pero no fue su mejor día encontrando soluciones. Primero, el ajuste táctico expuesto con Pedro e Iniesta, para acercar a Messi a dos de sus mejores aliados. Segundo, con el Villa por Alexis, en busca del detalle sin éxito -esto lo hubiéramos hecho todos-. Tercero, con el Cesc por Song. Si el Barça había sufrido un bajón retrasando a Xavi, volverlo a retrasar, esta vez hasta el mediocentro, fue la ruina. Wanyama agarró al Celtic y lo sacó unos metros, y la portería de Forster quedó más lejos. Además, la pelota perdió paciencia. Arriba, Miku y Watt produjeron desde el juego directo (Bartra y Masche, que quizá podría haber jugado los últimos minutos como pivote, muy mal), y Neil Lennon al fin tuvo ataque. Le dio para el 2-0. El 2-1 no fue celebrado. El pitido final, por todo lo alto.
javimgol 8 noviembre, 2012
¿El Hobbit, o sea, Bilbo, por edad y jerarquía, quien es? ¿Xavi?
¿O Xavi, Messi Iniesta y Cesc son Frodo, Sam, Merry y Pippin?
Mesi es Gandalf, un semidios, el más poderoso, por favor. Decir que es un hobbit (o sea, débil, pequeño, que su mejor arma es tirar piedras) es como decir que Gandalf está senil.