«¡Tou, tou, Toulalan!; ¡tou, tou, Toulalan!». El encuentro no había empezado y el micrófono ambiental de Canal + ya había recogido el primer cántico coral dedicado al mediocentro francés. Un jugador total, completísimo; pero con más talento defensivo que ofensivo. Jérémy, que ayer al menos tenía la ayuda del hiperactivo Eliseu en transición defensiva, suele estar rodeado por tres interiores sin repliegue y flanqueado por dos centrales que ya no anticipan; y él hace un equipo. Interponerse en un ataque, frenarlo y permitir a los suyos acercarse juntos es su arte suprema. Anoche volvió a controlarlo todo mientras tuvo piernas; él nunca juega mal. Sissoko, hábil jugador externo del Panathinaikos, fue el único que le esquivó, cuando Jesualdo le abrió al teórico lado de Maresca. Con éste por una y Quincy por la otra, Atenas será peligrosa.
«¡Manuel, Manuel, Manuel Pellegrini!». La primera mitad había cuajado y el Málaga estaba jugando muy bien y de forma inconfundible. Mucho toque corto, mucho tiempo para cada conductor con el balón cosido y ritmo bajo, pero desbordando aun así. Es el libreto de Pellegrini, y a la vista queda muy bien, o esa es la opinión más general. La Rosaleda, desde luego, no duda, y lo agradeció cantando. Fueron importantes Monreal y Gámez, y Joaquín y Eliseu. Se juntaban cerca de la esquina, atraían rivales y descargaban a Maresca e Isco. Enzo no puede con sus botas, pero va sobrado de personalidad. Y de astucia. Su nuevo truco es abusar del primer toque; disimulando que no tiene ritmo para controlarla y protegerla mientras piensa. Sin ser la norma, a veces le sale, como en el 2-0, si bien los dos momentos de pánico de la noche llegaron tras dos de estos pases pasamarrones. En lo visual, eso sí, sobrevive e incluso suma; y parecer, en fútbol, es importantísimo.
A Isco no le cantaron. O no le cantaron con la fuerza suficiente como para que el micro se diese cuenta. Sin embargo, La Rosaleda sabe que el niño convirtió un encuentro cerrado en un choque de 4-1. Isco es increíble, es otro nivel porque desequilibra sin pedir nada. Agarra la bola, elimina rivales y da la vuelta a quien le enfrenta. Empezó el partido naciendo en la derecha, desde donde Katsouranis -épico futbolista- tenía muy bien controladas sus incursiones hacia el centro. Luego, Pellegrini le cambió el perfil de arranque y comenzó a pesar. Sin jugar perfecto, ni continuo, ni ejemplar; pero la cogía y solo creaba ocasiones, que al fin y al cabo es el fin del buen fútbol. La Rosaleda, que babea con su crío y le reconoce como el ídolo, lucha por no arrodillarse hasta que se convierta en el gran héroe. A Willy, que compareció como siempre, sí se le cantó con fuerza su «Caballero, Caballero, Caballero; Willy Caballero».
@CarlosJimenez_B 23 agosto, 2012
Para mí, la importancia de la versatilidad de Eliseu en la primera parte junto con la asociación de Isco fueron las claves de un Málaga que sabe luchar. Luego ya la exhibición defensiva que dio Toulalan (que, aunque parezca que tiene canas, no llega a la treintena de edad) facilitó el final. Pero este Málaga, como no se refuerce con un delantero que asocie y aguante las puede pasar canutas. Berbatov, cómo molaría.