Tiene más de una espada clavada en una sola rodilla, el pelo blanco de mentira y el corazón negro de verdades. Pero cuando quiere una pelota nadie quiere como él. Se abren los cielos, el tiempo se desdibuja y los conceptos tiemblan. Arouna Kone es un huracán que además es una buena persona (dicen) y un mejor futbolista (sabemos). En la Celda 211 del Levante, entre caderas maduras y sueños juveniles, Arouna ha viajado en el tiempo y en el espacio, ha luchado de espaldas a la portería, ha saltado como un superhéroe raro y ha marcado más goles de los que sus más acérrimos defensores podían esperar. El recuerdo de Caicedo parecía casi indeleble. Hoy pocos se acuerdan en Valencia del ecuatoriano del Lokomotiv de Moscú. Koné es un jugador capaz de cambiar su historia y la de los demás.
Obsérvenlo mirando el corte de pelo de Ghezzal. El argelino tenía que haberse parado a pensar y mirar al costamarfileño que retrocedíaEl Levante UD terminó en Europa. Koné, en el cielo. felino y feliz hacia el punto de penalti. El pase de la muerte o al menos de la posibilidad de matar a un equipo en coma. Los defensas siguen en el suelo y pasa 1 minuto del tiempo reglamentario. No hay problema, el Levante no puede perder nada porque lo que ha conseguido (lo que va a conseguir en ese momento) es para siempre. Abraza a Munúa y Xavi Torres y entre los tres hacen una historia así como extraña, de grupo de post punk londinense, de película de Peckinpah suspendida porque se acabó el presupuesto de tanto usarlo tras el rodaje. Semanas después el Levante estaría en Europa y Arouna en el cielo.
En Valencia, Koné superó las dudas que él mismo tenía sobre sus posibilidades.
Quizá por eso no quiere volver a Sevilla porque aquello fue el calvario. Porque cree que nadie creyó en él. Incluso dentro de su cabeza bullían las dudas que le salían a diario de su rodilla y su menisco. Ahora forma parte de un equipo que ha hecho disfrutar a todos los aficionados de una manera distinta, arrebatadoramente humana, con olor a sudor, pólvora y camaradería, con esparadrapos, señales infectadas y sonrisas imperfectas. Con historias humanas, con semanas tristes, con el tuétano solidificado. Él allí se siente como en su casa porque es su casa, llamando solo al timbre de las defensas ajenas para que luego sus amigos lleguen a montar la fiesta parda de los azulgranas pobres. Koné es una pieza más de un Tetris que no se acaba nunca y en el que todo tiene el mismo sentido y parecida dirección. Afortunadamente, el año que viene seguirá conspirando contra el área del rival, transformado en mil gaviotas que disimulan de espaldas subidas al larguero, hasta que llega el momento de volar entre las redes de un Rod Taylor cualquiera y con guantes.
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Aprovecharse de un sueño
@sepioes 31 mayo, 2012
Pues yo no sé si Koné no tiene ahora mismo un (bendito) problema.
La afición levantinista esperará, como mínimo, que iguale su temporada 11-12 (el jugador). Saben que seguramente es imposible que el Levante vuelva a actuar en los registros de este año y más aun con el desgaste de una competición europea de por medio, pero es que si Koné rinde por debajo, será el señalado total.
Realmente, y por triste que parezca, creo que el Levante el año que viene lo puede pasar mal para mantenerse.